El zika, un virus transmitido por el mosquito del dengue, está generando el pánico entre las embarazadas en Brasil, ante el alarmante aumento del número de niños nacidos con un cerebro más pequeño de lo normal: 3.530 casos en los últimos meses. Cientos de investigadores trabajan contra el reloj para averiguar si este virus, hasta ahora considerado poco agresivo, es el origen del terrible brote.
Quedarse embarazada en Brasil se ha convertido en una situación de alto riesgo, desde que el pasado 28 de noviembre de 2015 se estableciera por primera vez la relación entre el zika, un virus transmitido por el mismo mosquito del dengue, y el alarmante aumento del número de casos de bebés nacidos con microcefalia.
Desde el 22 de octubre de 2015 hasta el 9 de enero de 2016, el Ministerio de Salud Pública de Brasil registraba en más de 21 estados del país un total de 3.530 casos de microcefalia, una condición por la que los bebés nacen con un cerebro más pequeño de lo normal, por debajo de los 33 centímetros, asociada a un riesgo de muerte rápida del niño o a trastornos irreversibles, como retrasos mentales o dificultades psicomotoras. También se investigan 46 casos de bebés muertos poco después de nacer que presentaban microcefalia posiblemente vinculada al virus.
“Si vives en Brasil y ves las noticias es normal que te preocupes por los mosquitos. Yo he tratado de evitar los lugares donde proliferan, aunque no uso repelente”, cuenta a Sinc Hélia Tenza, una joven barcelonesa en su último mes de gestación que lleva viviendo dos años en el estado de Minas de Gerais, donde no ha habido muchos casos. La mayoría se concentran en el norte del país. Solo en el estado de Pernambuco, donde se detectó inicialmente el fenómeno, se ha registrado un 35% de los casos, un total de 1.236, seguido de Paraiba (569) y Bahía (450).
Un fenómeno nuevo para Brasil y para la ciencia
El aumento es significativo frente a los 147 cuadros de microcefalia que se documentaron en todo Brasil en 2014, los 167 de 2013 y los 175 del año 2012. Por eso, el ministerio ha decretado una alerta de salud pública, reproducida por la Organización Panamericana de Salud ante el rápido avance del virus del Zika en todo el continente. Ya son 14 los países donde se conocen casos de transmisión autóctona: Brasil, Colombia, México, Venezuela, Paraguay, El Salvador, Guatemala, Guayana Francesa, Haití, Honduras, Martinica, Panamá, Puerto Rico y Surinam.
“El virus del Zika nunca había causado una epidemia como la que hemos tenido en Brasil en 2015. Tampoco antes se sospechaba que pudiera generar microcefalia, por lo que todo es nuevo para nosotros y para la ciencia”, remarca en una conversación con Sinc el profesor Cláudio Maierovitch, director del Departamento de Vigilancia de Enfermedades Transmisibles del Ministerio de Salud brasileño. “Tenemos muchas cosas que descubrir del virus en todos los aspectos”, insiste.
Ante la alarma social generada, la Organización Panamericana de la Salud ha difundido una lista de preguntas y respuestas sobre el zika y el embarazo. “Yo intento no entrar en pánico”, confiesa a Sinc Clecia Fernandes, otra mujer gestante que vive en Ubaitaba, en el estado de Bahía, uno de los más afectados. “Cuando supe del virus cambié mi rutina. Procuro caminar con el cuerpo cubierto, a pesar del calor; el repelente ha pasado a ser imprescindible y estoy atenta a posibles criaderos de mosquitos”, relata. “Todas las embarazadas que conozco tienen miedo de este virus; el único alivio llega después de un nacimiento o de una ecografía positiva”, cuenta Fernandes.
El virus del Zika apareció por primera vez en Uganda en 1947 y en Brasil no era conocido hasta el pasado mes de mayo. El país está acostumbrado a una lucha endémica –y para muchos, perdida– contra un viejo conocido: el dengue.
Zika y dengue comparten varias cosas, entre ellas el mosquito que las transmite, el Aedes aegypti. Ambos pertenecen, junto a la fiebre amarilla, a la familia de los flavivirus, pero hasta ahora el zika se presentaba como una versión menor y poco alarmante del dengue, un primo ‘pequeño’: los infectados sentían una leve picazón, salpullido, fiebre y dolor articular. No se había registrado casos de muerte en otros países donde se detectó (África, Oceanía y Polinesia francesa), y nadie le daba más importancia.
Primera alarma: zika en el líquido amniótico
Todo cambió en noviembre, cuando el laboratorio de flavivirus del Instituto Osvaldo Cruz brasileño detectó la presencia del genoma de virus del Zika en el fluido amniótico de dos mujeres embarazadas de Paraiba cuyos fetos tenían microcefalia. Poco después, el el Instituto Evandro Chagas (IEC), laboratorio nacional de referencia para las arbovirosis (enfermedades víricas transmitidas por artrópodos), confirmó por primera vez tres muertes asociadas al virus del Zika.
Fuente: Ministerio de Salud Pública de Brasil
El primer desenlace fatal lo sufrió un hombre de 35 años que vivía en el estado de Marahao, al norte del país. “Este fue un caso de importancia crucial para el mundo entero, porque nunca antes había ocurrido una muerte atribuida a una enfermedad causada por el zika, lo que mostró que no era tan benigno como se decía”, afirmó en diciembre Pedro Fernando Vasconcelos, médico e investigador de arbovirología del IEC, a través de un comunicado del instituto.
La segunda muerte fue la de una chica de 16 años. La tercera, la de un bebé con microcefalia poco después de nacer, fue más concluyente: se confirmó la presencia del zika en muestras de sangre y tejidos. “Este caso nos permite vincular, con datos de laboratorio irrefutables, la asociación causal de la microcefalia con el zika. En este contexto, un caso es suficiente para probar la relación, porque ya existía la sospecha clínica, la asociación temporal del aumento de casos de microcefalia durante la epidemia de zika, y también la detección del virus en el líquido amniótico de dos gestantes cuyos fetos fueron diagnosticados con microcefalia”, aseveró Vasconcelos.
Entre los dos estudios referidos, las autoridades de salud de la Polinesia francesa informaron de un inusual incremento de casos de anomalía del sistema nervioso central en fetos y recién nacidos, coincidiendo con un brote de zika en las islas. Ninguna de las embarazadas recordó haber tenido el zika, pero al menos cuatro de ellas dieron positivo en el test de flavivirus.
“El virus del Zika estuvo durante mucho tiempo fuera de nuestro radar. Sus síntomas son tan parecidos a los del dengue o el chikunguña, que puede haber causado problemas en el pasado que hayan pasado desapercibidos”, explica a Sinc Alain Kohl, un experto en arbovirus de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, que estudia el zika. Sin embargo, el científico se muestra aún cauto sobre el vínculo causal que ligaría al virus con las malformaciones cerebrales.
“Es muy difícil demostrar la relación entre microcefalia y zika desde el punto de vista científico. Tiene sentido que la estemos buscando, pero necesitamos mejores herramientas de diagnóstico y de seguimiento, más análisis, y saber si todas las madres que han tenido niños con microcefalia han sido infectadas por el virus, un dato que en este momento no está completamente confirmado”, señala.
Una agresividad nunca antes vista
Los interrogantes no dejan de crecer, y lo hacen mucho más rápidamente que las respuestas. Tampoco se sabe, por ejemplo, por qué en Brasil el virus se ha extendido a tal velocidad y, sobre todo, con esa agresividad, generando uno de los problemas de salud más grave que se recuerdan en décadas.
“La situación en Latinoamérica es bastante particular. En Brasil hay dengue y fiebre amarilla, transmitidos por el mismo mosquito que el zika; hay un gran potencial de infección, una alta densidad de población y mucha gente sin inmunidad frente al virus, por lo que se puede expandir muy deprisa”, señala Kohl.
Este es 'Aedes aegypti', el mosquito que transmite el virus del Zika, el dengue y el chikunguña. / Wikipedia
Tampoco se sabe con certeza cómo saltó de África hasta Brasil. En un principio se especuló que la llegada se produjo en 2014 durante la Copa del Mundo, pero pistas posteriores apuntan a un equipo de piragüistas de la Polinesia francesa que unas semanas más tarde participó en una carrera de canoas en Rio de Janeiro.
Según proyecciones preliminares avaladas por el Ministerio de Salud, los casos estimados de infección del virus del Zika en Brasil para 2015 estarían entre 497.593 y 1.482.701. Muchas de esas personas nunca acudirán a buscar ayuda médica, puesto que solo una de cada cuatro presentará síntomas. Se están llevando a cabo estudios más profundos en Brasil para determinar con mayor exactitud esa cifra aproximada.
El genoma del virus abre nuevos interrogantes
La gran pregunta es por qué este brote ha resultado tan virulento respecto a otros. “No tenemos suficiente información para saberlo, todavía es muy pronto”, se lamenta Kohl. La primera secuenciación completa del genoma del virus del Zika detectado en Latinoamérica, que se publicó hace pocos días en el diario médico The Lancet, muestra una homología casi completa con las cepas responsables de la epidemia de 2013 y 2014 en el Pacífico, lo que descarta prácticamente la posibilidad de que su agresividad en este lado del mundo se deba a una mutación.
El genoma fue secuenciado por el Instituto Pasteur en muestras de los cinco casos de zika registrados en la Guyana francesa. Al presentar el estudio, el jefe del Laboratorio de Virología, Dominique Rousset, dejó abiertas varias puertas: “¿Los trastornos están causados solo por el virus, por la cocirculación junto a otros agentes infecciosos, o por otros factores? Solo proyectos de investigación multidisciplinar podrán dar respuesta a estas preguntas”.
Por el momento, solo hay hipótesis. Es posible que exista un factor geográfico para la especial virulencia del zika en Brasil. También puede deberse a la interacción con ciertos medicamentos, o que el impacto del dengue en la zona haya dañado el sistema inmunológico de quienes lo sufrieron y permita que el zika traspase la frontera entre el feto y la madre.
Los esfuerzos se dedican a multiplicar la investigación –unos 400 científicos de todo el país trabajan para conocer mejor el mosquito y se han potenciado las colaboraciones con centros internacionales–, desarrollar mejores herramientas de diagnóstico y tratar de controlar al vector.
“No hay una única solución perfecta. Es crucial mejorar el diagnóstico diferenciado del dengue, el zika y el chikunguña, que presentan síntomas similares. También es de importancia crítica la inversión en investigación, que podría proporcionar señales tempranas para detectar a tiempo los patogénos de reciente aparición y evitar su propagación. El hecho de que los virus compartan el mismo mosquito como vector de transmisión debería aprovecharse para generar beneficios en la salud pública, a través de una estrategia de control coordinada y concertada”, explica a Sinc el profesor Laith Yakob, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
¿Una generación marcada?
Ya se vislumbra, sin que nadie pueda remediarlo, una generación dañada. Algunos expertos vaticinan que a finales de 2016 habrá en el país unos 15.000 casos de microcefalia y hasta 40.000 de otros tipos de malformaciones, según declaró el director del Instituto Fiocruz del estado de Mato Grosso du Sul, Rivaldo Venâncio a un periódico local. “El sistema se está preparando para recibir a estos niños y dar apoyo a sus familiares”, señala Maierovitch.
Y, por otro lado, un efecto natural de la situación es el miedo a un embarazo: “Conozco mujeres en mi región que querían ser madres y lo han pospuesto”, concluye, con tono preocupado, Fernandes. Por suerte, ella ya sabe que su bebé está bien.