Una de las 12 personas que ha pisado la Luna, el estaudonidense Charles M. Duke, ha recordado en Madrid su experiencia en el programa Apolo. Él es la imagen de la exposición ‘La aventura del espacio’, que se puede ver en la Casa de Campo hasta el 15 de junio.
“Cuando era niño no había ni programa espacial ni astronautas”, dice a sus 76 años el estadounidense Charles M. Duke.
La exposición La aventura del espacio, que se puede ver en la Casa de Campo de Madrid hasta el 15 de junio, lo invitó esta semana para que contara algo que solo una docena de personas en el mundo pueden explicar: un viaje a la Luna.
El asesor científico de la muestra y ex jefe de operaciones de la NASA en España, Carlos González, recuerda para SINC la dureza de los primeros años de carrera espacial: “Se necesitaba gente joven y muy preparada, por eso, se pensó en los pilotos de la fuerza aérea, que después de 20.000 pruebas lo pasaron muy mal”.
Al principio le gustaban los barcos, pero Duke enseguida se enamoró de los aviones. Después de formar parte de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, se licenció en ingeniería física y estudió un máster en ingeniería aeronáutica, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), para ingresar en el programa espacial de la NASA.
“Estuve a punto de suspender porque ese año me enamoré de mi futura esposa”, confiesa mientras su mujer lo mira sentada en primera fila. El público ríe y aplaude cuando remata: “Al final tuve éxito en los dos aspectos: me gradué y me casé”.
Alto, delgado, de pelo blanco y con un sentido del humor envidiable, se le nota que es estadounidense. “Tenía la ilusión de servir a mi país”, dice antes de relatar cómo consiguió su sueño americano.
El corazón le latía a 144 pulsaciones por minuto
En el año 1966, Charles Duke fue seleccionado junto medio centenar de astronautas para formar parte del programa Apolo. Él participó en cinco de las nueve misiones que llevaron al ser humano a la Luna, pero tuvo que esperar al Apolo 16 (el 16 de abril de 1972) para enfundarse una escafandra.
En el momento del despegue, estaba tan excitado por los temblores de la nave que sentía los latidos de su corazón. Después, el médico le dijo que le latía a 144 pulsaciones por minuto, en comparación con las 70 por minuto del comandante.
Después de tres días de viaje y otro más para entrar en órbita, al quinto día alunizaron. “Para mí, la Luna era absolutamente maravillosa, el desierto de los desiertos, gris, pero muy brillante”, dice.
Allí pasaron 72 horas, explorando y divirtiéndose. En compañía de las imágenes de aquel momento, Duke se sonroja cuando recuerda que se le cayó al suelo un kit de experimentos valorado en 10 millones de dólares: “Fue el momento más vergonzoso, por suerte, no pasó nada”.
Después de relatar sus peripecias lunares, Charles Duke se saca su teléfono inteligente del bolsillo y, con él en la mano, compara: “Este móvil tiene 100 veces más memoria que el ordenador que nos llevó a la Luna”.
Carlos González asiente a su lado. Como explica a SINC, “la tecnología de aquella época era tan embrionaria que ir a la luna no fue un reto sencillo, fue una hazaña”.
La aventura del espacio cuenta con más de 300 objetos que formaron parte de aquellas misiones espaciales, como en la que participó Charles Duke, y las contextualiza en el período histórico de la guerra fría.
Vida inteligente
La obsesión actual de la cosmología es encontrar alguna forma de vida fuera del sistema solar. De ahí el interés por los exoplanetas.
A nivel personal, Carlos González, confiesa que se alegra cada vez que escucha que todavía no se ha encontrado vida inteligente: “Y espero que no nos encuentren, como mínimo, en la vida que me queda”.
Convencido de que hay más vida en el universo, cree que si otra forma de vida viera las crueldades que es capaz de hacer el ser humano, diría: “Fíjate estos lo que hacen y ya están saliendo de la Tierra, hay que eliminarlos”.
‘La aventura del espacio’
Pabellón XII del Recinto Ferial de la Casa de Campo
Avenida de Portugal, s/n
Hasta el 15 de junio de 2012
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