Cada día unas 18.000 personas mueren en el mundo por la contaminación del aire. Es la mayor amenaza sanitaria provocada por el cambio climático, pero no la única. Enfermedades infecciosas, malnutrición y diarrea se unen a los efectos de los eventos extremos. En la Cumbre del Clima de Marrakech, ministros de varias naciones han aprobado una declaración para proteger la salud de los estragos del clima.
Cuando hablamos de muertes asociadas al aumento de la temperatura, a la mente nos vienen imágenes de desastres naturales, sequías e inundaciones devastadoras en zonas del mundo más empobrecidas. Pero los efectos del cambio climático en la salud son universales.
Además de los efectos directos como inundaciones, tormentas, sequías y clima extremo en general, el calentamiento mata a fuego lento y bajo la apariencia de otras dolencias.
Sin ir más lejos, en Valencia, cada vez que se supera la temperatura media en verano aumentan las hospitalizaciones de niños menores de 14 años por causas gastrointestinales o enfermedades respiratorias, que son las que provocan efectos de mayor magnitud, como explica a Sinc Carmen Íñiguez, científica de la Unidad de Investigación para el Medio Ambiente y la Salud de la Universidad de Valencia.
Un estudio de Íñiguez publicado el pasado mes de octubre en la revista Environmental Research asocia el incremento de la temperatura con el número diario de hospitalizaciones pediátricas de 2001 a 2010 en Valencia y Roma. “La relación entre temperatura y salud varía de ciudad en ciudad, pero también en función de características sociodemográficas y económicas que facilitan o empeoran la adaptación”, apunta la experta.
Solo las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por los sectores del transporte y la energía causan cada año entre 5,5 y 7 millones de muertes adicionales –por infartos, derrames cerebrales y enfermedades respiratorias crónicas– debidas a la contaminación del aire. Además, las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2030-2050 apuntan a 250.000 muertes más por año debido a la disminución de los alimentos disponibles, la malaria, las enfermedades diarreicas y las olas de calor. Y aquí son los niños los más vulnerables.
“Los niños son una parte de la población especialmente vulnerable a exposiciones medioambientales por su inmadurez física y fisiológica. Sus pequeños pulmones aún no están completamente formados y, de hecho, en términos relativos inhalan más aire que los adultos. Suelen pasar más tiempo en exteriores, poseen una reducida capacidad para el autocuidado y les queda más tiempo de vida tras la exposición para experimentar consecuencias”, explica Íñiguez.
El problema de salud pública es tan relevante, que en los últimos años se han emprendido nuevos estudios sobre el riesgo sanitario catastrófico que genera el cambio climático, un riesgo que hasta ahora ha sido subestimado porque apenas se estudiaba. Hoy las cifras no pueden ser ya más abrumadoras: más de 12 millones de personas fallecen por factores medioambientales cada año, muchos de los cuales están directamente relacionados con el cambio climático, según la OMS.
La revista médica The Lancet ha impulsado un gran proyecto de investigación para rastrear en todo el mundo la evolución de la salud en paralelo al cambio climático. La iniciativa, cuyo nombre es La cuenta atrás de Lancet, reúne a 16 instituciones científicas y 48 expertos de todo el mundo, y colabora con la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la OMS. Llega tras la creación en 2015 de una comisión especial cuyas conclusiones son determinantes: el cambio climático es la mayor amenaza para la salud.
“Pensemos en el papel que han desempeñado los profesionales sanitarios en otros problemas importantes para la salud pública, como el consumo del tabaco, el VIH o la polio. Se consideraron las evidencias científicas, se evaluó su importancia en la salud de los pacientes y después se actuó para protegerlos. Lo mismo pretende lograr este proyecto con el cambio climático”, dice a Sinc Nick Watts, director ejecutivo de la iniciativa publicada simultáneamente ayer en la revista The Lancet y en la Cumbre del Clima de Marrakech (COP22).
Durante los próximos 15 años, la iniciativa buscará pruebas que asocien el aumento de la temperatura con el riesgo para el bienestar humano. “En la próxima década, esperamos dar el poder y el apoyo necesarios al personal sanitario y a los ministerios de salud con datos y herramientas para responder a esta gran amenaza”, añade Watts.
Los expertos aseguran que el impacto del cambio climático revertirá todas las mejoras sanitarias de los últimos 50 años si no logramos mitigar sus efectos y adaptarnos a ellos. Por eso reclaman un apoyo urgente a la lucha climática con tecnologías y sistemas de financiación eficientes, sobre todo ahora que el Acuerdo de París ha entrado en vigor y se ha trazado una hoja de ruta para actuar.
“El cambio climático es una emergencia médica, por eso requiere una respuesta urgente”, señala Hugh Montgomery, director del Instituto UCL para la Salud Humana. Los datos que se obtengan del proyecto The Lancet Countdown aportarán la información necesaria para la toma de decisiones, con la esperanza de acelerar la respuesta política de los gobiernos.
Otras iniciativas como Momentum for Change: Planetary Health, un proyecto de tres años de duración de la Rockefeller Foundation, también buscará soluciones para mejorar la situación del planeta y la salud de las personas. Ambas están intrínsecamente unidas.
El cambio climático se ceba con la salud de aquellos que más dependen de la tierra. Imagen: UNICEF
“Médicos y personal de enfermería ya están lidiando con los impactos que genera el cambio climático en la salud. Y las evidencias indican que están empeorando, con riesgos inaceptablemente altos de los que no se libra ningún país”, confiesa a Sinc Watts.
La situación empeora en condiciones de pobreza. Según el informe de UNICEF One is too many: Ending child deaths from pneumonia and diarrhoea presentado en Marrakech, la neumonía y la diarrea son responsables de la pérdida de 1,4 vidas infantiles cada año, y son una amenaza para el desarrollo de las naciones más pobres. Una de cada cuatro muertes de menores de cinco años se produce por estas causas.
“El cambio climático afecta a aquellos que más dependen de la tierra. Los hijos de agricultores o pastores tienen mayores problemas para obtener agua potable y alimento nutritivo de forma regular”, indica a Sinc Hayalensh Tarekegn, especialista en salud en UNICEF.
Sus padres y madres pueden limitar los efectos asegurando la lactancia materna exclusiva al menos seis meses e inmunizándolos con vacunas. Ante la falta de medios, la organización les proporciona ayuda complementaria a los fármacos. “Enseñamos la importancia de lavarse las manos con jabón, construir letrinas, y beber agua potable limpia”, dice Tarekegn.
Según el trabajo, aproximadamente la mitad de las muertes de niños por neumonía están relacionadas con la contaminación del aire. Para evitarla, hacen falta cocinas limpias, ya que la polución proviene de las emisiones de la cocción en los hogares. Además, UNICEF, en colaboración la Obra Social "La Caixa", ha creado ARIDA, un programa de innovación de impacto mundial que permitirá mejorar el diagnóstico de la neumonía y ofrecer un tratamiento adecuado.
“En esta primera fase del programa está previsto distribuir y testar 2.400 dispositivos de diagnóstico en cinco países de todo el mundo donde la neumonía tiene mayor incidencia, como Etiopía, Bolivia y Nepal. Se analizarán los resultados para evaluar el impacto en la mejora del diagnóstico y se desarrollarán protocolos para ampliarlo a mayor escala”, asegura a Sinc Ariadna Bardolet, Directora del Departamento de Programas Internacionales de la Fundación “la Caixa".
En cada país se trabajará con los profesionales comunitarios de salud para que sean ellos los que, en su práctica diaria, identifiquen los casos de neumonía. “Si dan positivo, les suministrarán el tratamiento necesario para salvar la vida de los niños y niñas”, declara Bardolet.
Desde el año 2000 cerca de 34 millones de niños han muerto de neumonía y diarrea y se estima que de aquí a 2030 mueran otros 24 millones por las mismas causas. Muchos menos fallecerían si se luchara enérgicamente contra los efectos del cambio climático.
Aunque la evidencia de los efectos del cambio climático en la salud es cada vez más visible, las acciones políticas y las inversiones siguen siendo insuficientes. Solo el 3% de los recursos sanitarios se invierten para la prevención de riesgos, de los cuales el 97% se emplean en tratamientos. Y esto aumenta los costes de la atención sanitaria.
Para mantener los beneficios sociales y económicos que representa el cuidado de la salud, el gobierno de Marruecos, la Organización Mundial para la Salud y el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas han organizado hoy en la Cumbre del Clima de Marrakech (COP22) una conferencia ministerial paralelamente a las de alto nivel que se han celebrado a lo largo de toda la mañana en la COP22 con la mayoría de los jefes de Estado.
Más de una veintena de ministros de salud y medio ambiente de varias naciones han firmado una declaración para salud, el medioambiente y el cambio climático con el objetivo de promover entornos saludables. Durante la reunión se han identificado diferentes vías para lograr que la salud sea una prioridad en las estrategias de financiación.