Un grupo de 80 mujeres parten la semana que viene hacia el continente antártico. Con este periplo culmina el trabajo realizado en 2017 por las componentes del proyecto Homeward Bound, que afronta dos desafíos: impulsar el liderazgo femenino y promover medidas contra el cambio climático. El grupo español, compuesto por cuatro científicas, ha visitado Madrid antes de viajar al continente helado.
El hielo de la Antártida registró su mínimo histórico en 2017 con 6,6 millones de km2 de superficie anual, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). En el continente helado, visitado por primera vez por una mujer, Caroline Mikkelsen, en 1935, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes. Un grupo de 80 mujeres, unidas por el proyecto Homeward Bound, llegará la semana que viene para comprobarlo.
“La lucha contra el cambio climático no puede prescindir durante más tiempo del talento, de la experiencia y de la creatividad del 50% de la población, que somos nosotras, las mujeres”, opina Alicia Pérez, bióloga marina y directora de MECUSA-Women in STEM en la sociedad ECUSA (Españoles Científicos en EE UU), y una de las integrantes del equipo español de la iniciativa internacional.
En total, el proyecto ha logrado unir 80 científicas de todo el mundo con un objetivo doble: incentivar los puestos de liderazgo de las investigadoras y luchar contra el cambio climático. El próximo 14 de febrero partirán a la Antártida donde observarán de primera mano y en tiempo real las consecuencias del aumento de las temperaturas.
“Necesitamos espacios para poder alzar nuestra voz y tener poder decisión porque, como sociedad, estamos perdiendo la lucha contra el calentamiento global”, indica Alicia Pérez durante su visita a Madrid antes de viajar al continente helado junto a Uxúa López, ingeniera en telecomunicaciones del Centro de Control de Energías Renovables; Ana Payo, oceanógrafa y miembro de Big Van Ciencia; y la francesa Alexandra Dubini, experta en energías renovables en la Universidad de Córdoba, que conforman el equipo español Acciona Team.
Alicia Pérez Porro, bióloga marina seleccionada para el proyecto Homeward Bound. / Pepo Subiranas
El proyecto Homeward Bound, ideado en 2016 por las australianas Fabian Dattner y Jess Melbourne Thomas, es un programa de empoderamiento y liderazgo para mujeres que selecciona cada año a 100 científicas de todo el mundo. Su propósito es crear, a lo largo de diez años, una red mundial de mil mujeres líderes contra el cambio climático, así como aumentar su influencia e impacto en posiciones estratégicas en el ámbito STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), e incrementar su participación en la toma de decisiones.
“Hay iniciativas que buscan luchar contra el cambio climático reduciendo las emisiones de CO2; otras buscan acabar con los microplásticos en los océanos. Homeward Bound es un proyecto creado por mujeres y para mujeres que se enfrenta al cambio convirtiéndolas en líderes de esta lucha”, declara Pérez.
A lo largo de 2017, las 80 científicas seleccionadas han recibido formación en liderazgo, estrategia y visibilidad; además de trabajar en proyectos de desarrollo de carácter personal. Durante los últimos meses, los grupos de estudio se focalizaron en temas como salubridad y suministro de agua, energías renovables, contaminación y diferentes aspectos del cambio climático como la mitigación, el impacto, la forma de comunicarlo y los efectos en función de los géneros.
Además de visitar estaciones científicas de China, Rusia, EE UU o Argentina, en los próximos 10 días, el grupo español se unirán a otras 76 científicas en lo que será una expedición antártica formada exclusivamente por mujeres. A la formación recibida, se le sumará la fuerte carga simbólica que representa la Antártida.
“Si ahora mismo cerramos los ojos y pensamos en una expedición antártica, la mayoría visualizará un grupo de hombres en medio del hielo”, subrayan las seleccionadas españolas. “Gracias al proyecto y al hecho de que seamos un grupo de mujeres, el día de mañana una niña va a abrir un periódico y nos va a ver a nosotras, lo que hacemos, va a descubrir nuestras investigaciones. Habremos contribuido a cambiar el imaginario colectivo”, dice Pérez.
A su vuelta, las 80 científicas deberían ser capaces de integrarse en grupos de mayoría, hasta ahora, masculina. “En la actualidad la media mundial de investigadoras es del 28%, lo que es irrisorio comparado con el número de investigadores hombres”, opina el grupo español de Homeward Bound.
Un informe del 2016 sobre Investigadoras del CSIC apuntaba que el número de mujeres es menor a medida que se asciende en la carrera científica, a pesar de que obtienen el 60% de los títulos. A esto se añade el hecho de que solo el 3% de los Premios Nobel de ciencia se han entregado a mujeres y, en España, los puestos estratégicos femeninos en laboratorios y centros de investigación apenas superan el 20%.
Alexandra Dubini, experta en energías renovables y componente del Acciona Team. / Cortesía de la autora
Según las integrantes de Acciona Team, la brecha de género en ciencia es grande y por motivos muy variados que comienzan en la infancia. “Desde siempre a la niña se le ha dicho ‘qué mona estás’ y al niño ‘qué listo eres’. Luego parte de estas niñas se convierten en mujeres, y se licencian en una carrera científica: el número de licenciados hombres y mujeres en este tipo de carreras está muy igualado. Es a la hora de realizar el doctorado donde comienza a haber menos mujeres, y el número va disminuyendo progresivamente”, declara Pérez.
Este fenómeno es conocido como Leaking Pipeline (“la tubería que gotea”). Se trata de una metáfora que explica el modo en el que el número de mujeres disminuye en algunas carreras (mayormente STEM) y hobbies. Si se vierte agua (niñas) en una tubería y esta gotea progresivamente (niñas y mujeres que abandonan en distintos puntos), el agua que llegará al final de la tubería será escasa (mujeres líderes profesionales).
Para Uxúa López, el liderazgo no es innato, sino que se adquiere aprendiendo recursos y habilidades comunicativas para crear espacios de creatividad y trabajo. “La formación en liderazgo tendrían que tenerla tanto mujeres como hombres”, considera Pérez. “Una de las cosas que me atrajo del proyecto es que nos aseguraron que no nos iban a enseñar cómo se hace líder un hombre, sino que, tanto ellos como nosotras podemos llegar a serlo”, asevera.
En la lucha climática el liderazgo femenino no es la única prioridad. Las mujeres son las más vulnerables frente a los efectos del cambio climático. En los países empobrecidos, los fenómenos meteorológicos extremos les afectan primero a ellas porque son las encargadas de las tareas familiares diarias, son las que cultivan el campo o las que abastecen de agua a los suyos.
Tanto la sequía como las lluvias torrenciales aumentan más la mortalidad de las mujeres que la de los hombres. Ante una inundación, por ejemplo, una madre no puede huir tan rápidamente al estar a cargo de niños y otros miembros de la familia. Además, muchas de ellas incluso no saben nadar y tienen menos recursos para sobrevivir a desastres naturales. Las mujeres que componen el Homeward Bound lo tienen claro: el cambio climático afecta más a las mujeres.
“Las mujeres, desde nuestra forma de estar en el mundo, nuestra experiencia y creatividad, podemos aportar soluciones diferentes a problemas globales que ahora mismo nos ganan la batalla”, explica a Sinc Uxúa López. “Hemos estado fuera de juego del campo de decisión demasiado tiempo”.
El coste total necesario para poder formar parte del proyecto Homeward Bound asciende a 16.000 dólares (13.000 euros). A este, se suman gastos como el viaje, la equipación y el seguro médico.
Sin contar el 60% del presupuesto que aporta el propio proyecto, las integrantes han tenido que hacer frente a un total de 20.000 dólares (más de 16.000 euros) que debían abonar antes de embarcarse en la aventura. Esta cantidad ha obligado a retirarse a investigadoras como la española Nerea Quesada, bióloga y estudiante del máster en Biodiversidad y Conservación en el CSIC.
Para conseguir el presupuesto necesario, las participantes lanzaron numerosas campañas de crowfunding. Gracias a la financiación y cesión de material por parte de Acciona, además de la ayuda económica de diferentes patrocinadores, las cuatro representantes españolas están más cerca de viajar al continente antártico.