En Europa sólo dos tratados internacionales vinculantes protegen las montañas, pero el continente necesita más. SINC ha comprobado con nueve periodistas el estado de los Alpes y las medidas de sostenibilidad que necesita la región.
¿Qué hacen dos alemanes, dos italianos, un inglés, una eslovena, un ruso, un indio, un austriaco y una española en los Alpes? No es un chiste. El proyecto SuperAlp!, organizado entre el 4 y el 12 de septiembre por la Secretaría Permanente de la Convención Alpina, ha reunido por cuarta vez a un grupo de periodistas para recorrer los Alpes y analizar uno de los sistemas montañosos más importantes del continente europeo.
Un periplo por los Alpes para descubrir paisajes abrumadores (desde el Monte Viso, el nacimiento del río Po hasta el parque Adamello), arte rupestre en rocas de 4.000 años de historia, y personas entrañables como el arqueólogo Umberto Sansoni, o los guardianes del refugio Vallanta, Martina y Oliveiro Patrile, con su San Bernardo ‘Berry’,
Atravesar los Alpes desde el Principado de Mónaco, pasando por Francia, Italia, Austria, y Alemania, hasta Eslovenia (todos Estados de la Convención Alpina junto a Suiza, Liechtenstein, y la propia Unión Europea) en medios de transporte público (autobús, tren, bicicleta y a pie) no ha sido tarea fácil, pero tampoco ha sido imposible.
“La Convención Alpina de 1991 es un recurso para el territorio alpino y SuperAlp! es una forma de demostrar que es posible movernos en medios de transporte públicos sin utilizar los privados”, asegura a SINC Marco Onida, secretario general de la Secretaría Permanente de la Convención Alpina creada en 2003 y que estudia el cambio climático entre otros grandes temas.
Los glaciares se desangran
Pero no todo es idílico en las montañas. El derretimiento de los glaciares, la desaparición de la nieve y la pérdida de biodiversidad en los Alpes son apreciables a simple vista. Según Maurizio Gaillard, veterano guía de alta montaña que llevó al equipo de periodistas hasta el Monte Viso de 3.841 metros de altitud, “las temperaturas son cada vez más altas en los Alpes, lo que origina la formación de lagos bajo los glaciares del Mont Blanc por ejemplo”.
No obstante, el impacto del cambio climático no se limita a la acumulación de menos nieve en las cotas bajas ni al límite de nieves perpetuas que ascienden de unos 150 metros. Las especies vegetales también ganan altura. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés), a finales del siglo XXI, el 60% de las especies vegetales de montaña podrían extinguirse.
El último informe de la EEA sobre las montañas publicado el pasado 15 de septiembre recoge datos sobre el derretimiento de los glaciares y el aumento de las temperaturas en las montañas europeas que afecta a especies y hábitats, y reduce el flujo de los ríos en verano. En el caso de España, los ríos tienen de un 20 a un 40% menos flujo al año debido a la escasez de nieve en las montañas.
Hacia un desarrollo sostenible
Las pequeñas localidades alpinas temen, con razón, el futuro de los Alpes. Procuran mantener el respecto a las montañas a través de la cultura y la alimentación. “Es un método de sensibilización para convertir los Alpes en un territorio ecológico”, explica el vicepresidente del Valle del Chiese.
Productores agrícolas y consumidores promueven los alimentos “km 0”, una forma de estimular el consumo de productos a pocos kilómetros de donde son producidos. Según los productores de la asociación ecogastronómica Slow Food en Cimego (Italia), “son productos simples que buscan ser lo más genuinos posible”.
A esto se añade los 32 productos locales “panière” en Turín, una ciudad rodeada de 450 kilómetros de montañas alpinas. Su producción realizada a mano empezó en 2002 siguiendo una tradición histórica y contribuyendo al desarrollo local. Durante las Olimpiadas de invierno de Turín en 2006 tuvieron gran éxito entre los turistas.
Maravillas de las montañas
A parte de su valor medioambiental y su importancia hidrológica, los Alpes han sido testigo de guerras, y acontecimientos históricos. En la frontera entre Francia e Italia, no muy lejos del Refugio del Viso (donde el equipo de periodistas pasó una noche), se encuentra la primera perforación alpina: el túnel de la Traversette, a 2.850 metros de altitud. Creado entre 1478 y 1480, mide 75 metros de largo y es uno de los primeros logros técnicos de Europa.
Este agujero permitió el paso a las tropas de Carlos VIII, Louis XII y François I, pero también fue utilizado por contrabandistas y mercaderes hasta el punto de convertirse en paso obligado de la Ruta de la Sal. Sin embargo, quedó impracticable durante dos siglos y su reapertura se produjo en 1907.
En la frontera con Austria aparece una zona importante desde la perspectiva geológica por la conexión de rocas volcánicas y granito. En esta parte de los Alpes, la población sufrió la “guerra blanca” durante la Primera Guerra Mundial, un conflicto que causó dos tercios de las bajas entre los soldados italianos y austriacos “sobre todo por las malas condiciones de frío y avalanchas”, concreta Magda Zani, guía de media montaña que ha encontrado numerosos objetos de la guerra en las nieves de Adamello-Presanella, en los Alpes italianos.
Ahora esas tierras son territorio de osos pardos (Ursus arctos). El parque inició un proyecto de reintroducción de la especie en 2000, financiado al 50% con el proyecto Life + de la UE. “La situación del úrsido en esta zona era alarmante, sólo quedaban tres ejemplares. En los Alpes centrales la población estaba casi extinta”, certifica a SINC Antonello Zulberti, presidente del parque natural Adamello Brenta.
Tras la reintroducción de diez osos pardos procedentes de Eslovenia con una genética similar, la respuesta fue positiva. Hoy viven en este territorio unos 30 osos, así que el proyecto de reintroducción ha tenido éxito.
A pesar de que los osos pardos tienden a la expansión hacia otras zonas y provocan problemas con los ganaderos, el objetivo del proyecto es “llegar a 50 osos en esta región alpina, pues sólo se encuentran aquí”, asegura el presidente del parque.
El IV SuperAlp! ha descubierto algunos de los misterios que esconden los Alpes en sus entrañas, pero sólo podrán seguir conociéndose si se logra preservarlos. En las últimas décadas el clima y las actividades humanas han modificado su estatus. Es tiempo de respetarlos.
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España, un país de montaña
España tiene una superficie montañosa de 274.613 km2, es decir que el 54% del país ibérico es montaña. Es además uno de los pocos Estados de la Unión Europea que tiene mayor población en la montaña (más de 10 millones de personas).
Además de las dos convenciones internacionales de los Alpes y los Carpatiana, España, Francia y Andorra firmaron en 2003 una declaración para pedir una Convención de los Pirineos siguiendo el ejemplo de la Convención Alpina, que coordina la política alpina y fomenta el desarrollo sostenible en los Alpes.
En las cumbres internacionales, “los Estados olvidan el tratado de la Convención porque las capitales están fuera del territorio alpino y tienen otras prioridades”, señala Marco Onida, secretario general de la Secretaría Permanente de la Convención Alpina.
Antes de la entrada en vigor de la Convención Alpina, en 1983, el Gobierno catalán ya firmó su política de montaña para aportar recursos financieros a los habitantes de las áreas de montaña, mejorar las infraestructuras, apoyar los patrones de demografía sostenibles, asegurar el desarrollo sostenible en función de la herencia histórica, cultural y artística, y también para preservar el medio ambiente.