Voluntad política y apoyo ciudadano, claves para hacer de las renovables la energía del futuro

España es, tras Alemania, líder mundial en energías renovables, y aún así el año pasado la producción “limpia” apenas cubrió el siete por ciento del consumo energético en nuestro país. ¿Cómo podremos, entonces, alcanzar el objetivo europeo de que las renovables proporcionen el 20 por ciento de la energía consumida antes del 2020? La implantación de políticas que favorezcan su uso y la concienciación social para un consumo responsable parecen ser dos factores esenciales.

Luis Merino, periodista especializado en información ambiental
Luis Merino, periodista especializado en información ambiental. Foto: UR.

La necesidad de apoyo público es clara para Luis Merino, co-director del proyecto de comunicación Energías Renovables: “El objetivo del 20 por ciento se puede lograr. Todo depende de la voluntad política. Porque hacer que las renovables puedan competir de la noche a la mañana en igualdad de condiciones con las energías convencionales es imposible si no es con apoyos que permitan economías de escala y curvas de aprendizaje en el sector”.

Merino, ponente del ciclo de conferencias divulgativas 'A Ciencia Cierta', organizado por la Universidad de La Rioja en colaboración con el Ateneo Riojano y con la FECYT, se muestra optimista. En su opinión, “lo más difícil, que era ponerlas a andar, ya está hecho. Ahora hay que seguir apoyándolas porque su competitividad aumenta día a día”.

El caso más destacado es el de la energía eólica. En el 2007 se instalaron más de 3.500 megavatios en España, lo que equivale a la mitad de toda la energía nuclear que se produce en el país. Desde el punto de vista tecnológico, la eólica está madurando a gran velocidad y dispone ya de un sector industrial fuerte. Esto, unido al encarecimiento de los combustibles fósiles, hace que su competitividad crezca cada vez más.

También el uso de energía solar avanza con fuerza en nuestro país, con un crecimiento en el 2007 del 440 por ciento de la potencia instalada (hasta alcanzar los 569 MW). Y lo que es más esperanzador, según informes de la Asociación de la Industria Fotovoltaica Europea (EPIA), el precio de la electricidad solar podrá competir en pocos años con el de la obtenida de otras fuentes convencionales.

Aunque una cosa es el precio de mercado y otra el coste total (incluyendo las variables ambientales y sociales) de cada tipo de energía. En este sentido, las renovables son una clara opción de futuro, a pesar del problema de su intermitencia (no siempre hace viento o sol o hay agua suficiente en los pantanos). Para asegurar la disponibilidad de suministro habrá que avanzar en la combinación de distintas tecnologías, “pero siendo conscientes de que las renovables tienen a medio y largo plazo muchas más ventajas y menos inconvenientes que el resto tecnologías – señala Merino- y son, además, la medida más importante contra el cambio climático”.

El consumo responsable es otro de los aspectos clave. España, que depende en un 80 por ciento del exterior para abastecerse de energía, ha tenido durante los diez últimos años el consumo de electricidad más alto de Europa. El bajo coste de la tarifa eléctrica, el incremento de la actividad económica y la falta de programas de ahorro y eficiencia energética son algunas de las causas.

Para poner freno a este tipo de situaciones, la Comisión Europea ha incluido entre sus propuestas el ahorro de un 20 por ciento de energía en el consumo tendencial. Gestos como el apagón global del 1 de febrero de 2007 muestran la eficacia de una sociedad concienciada: en España se logró un ahorro de más de 1.000 MW sólo en iluminación.

Y, sin embargo, la información que los ciudadanos tienen sobre energías sigue siendo muy pobre. Merino, galardonado en el 2000 con el Premio Nacional del Periodismo Ambiental, apunta algunas causas: “la energía es barata y, excepto los carburantes, nadie sabe lo que paga por otros servicios energéticos como la electricidad o el gas. Además, el sector funciona razonablemente bien; si hubiera apagones constantes seguro que la gente le prestaba más atención al tema. En cuanto a las renovables, sí es cierto que los parques eólicos y las placas solares comienzan a ser habituales en el paisaje, pero la mayoría tienen un conocimiento muy superficial”.

Y eso que la energía se ha convertido es un tema habitual en los medios de comunicación; implica a muchos actores (empresas, gobiernos, científicos, ciudadanos...), constituye un bien político y estratégico y está, además, en el centro del debate ambiental. Por eso es importante saber quién está detrás de la información. “Ahora hay cientos de canales, además de los medios de comunicación clásicos [...] que pueden filtrar interesadamente información, o pueden mezclarla con opinión, etc. –indica Merino-. Y conviene estar atentos a estos riesgos”.

Un caso actual de interpretaciones contrapuestas lo constituye el impacto de los biocombustibles en la subida del precio de los alimentos. Según Merino, “no han tenido un impacto tan grande (sólo el 1 ó 2 por ciento de los cereales se dedican a la obtención de energía). Lo que sucede es que en los mercados esa demanda de un 2 por ciento permite enormes especulaciones con los precios. De lo que se aprovechan las empresas que viven justamente de eso, de especular, de vender y comprar alterando el precio real de las cosas”.

El encarecimiento del precio del petróleo, los riesgos de una excesiva dependencia del exterior, el avance de la tecnología, la lucha contra el cambio climático, el auge de las renovables, los problemas ambientales y sociales que generan las distintas fuentes... Son asuntos que afectan cada vez más a nuestra vida cotidiana y hacen de la energía uno de los grandes debates del siglo XXI.

Fuente: UCC La Rioja
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