En un ambiente ruidoso, como el de una reunión social, somos capaces de escuchar lo que nos cuenta una sola persona. Científicos de EE UU han desentrañado los entresijos neuronales de este mecanismo de selección de señales auditivas. Para conseguirlo, las ondas cerebrales se centran en los sonidos provenientes de quien nos interesa y se reduce la importancia de los demás.