La vida del Homo sapiens puede tener un límite natural, y ese límite absoluto está ahora en los 125 años. Según investigadores de EE UU, el número de centenarios aumentó entre los años 70 y 80 del siglo pasado, y luego se redujo. Los científicos piden que, en lugar de dedicar recursos a alargar la vida, se destinen a mejorar la asistencia sanitaria que se presta a los ancianos.
Esta semana el nombre de Francisco Mojica, microbiológo de la Universidad de Alicante, ha sonado dos veces como candidato a los Premios Nobel, tanto de Medicina como de Química, por sus aportaciones al desarrollo de la revolucionaria tecnología de corta-pega genético. Finalmente esta alegría para la ciencia española no ha sido posible: “Es demasiado pronto para que le den un Nobel a CRISPR”, reconocía el científico a Sinc.
Un diminuto ascensor, músculos artificiales y motores minúsculos son algunos de los dispositivos que han desarrollado los galardonados con el Premio Nobel de Química de este año: el francés Jean-Pierre Sauvage, el escocés Sir J. Fraser Stoddart y el holandés Bernard L. Feringa. La Real Academia Sueca de las Ciencias ha premiado sus aportaciones al diseño y producción de máquinas moleculares.
El capitalismo global se convierte en el principal agente geomorfológico, sobrepasando los de origen natural. Un simple vistazo a la imagen en Google Earth de las costas europeas o la minería a cielo abierto de los Andes podría servir para ejemplificar este aserto.
Una investigadora de la Universidad Jaume I ha creado un marcador clínico en lengua castellana para diagnosticar el trastorno específico del lenguaje, que afecta a entre el 6% y el 7% de los niños menores de siete años. Este trastorno incide en las capacidades orales de los niños, tanto de expresión como de comprensión.