El proceso mediante el cual las células son capaces de percibir lo que hay a su alrededor está regulado por la detección de fuerzas. Lo hacen como quien reconoce la cara de alguien a oscuras palpándola con una mano. Esta es la conclusión de un estudio liderado por el Instituto de Bioingeniería de Cataluña, que contradice la idea de que son capaces de medir distancias.