Se enfrentan a temperaturas bajo cero, alimentan a reptiles que pueden alcanzar la media tonelada de peso y se ganan la confianza de especies huidizas. Los cuidadores de fauna salvaje dedican su día al bienestar de animales nacidos en cautividad, pero manteniendo las distancias. Sinc les acompaña en uno de los momentos en los que humano y animal más interactúan: la comida.
Verónica Márquez consigue que los osos marinos saquen la lengua o abran la boca como parte de su entrenamiento. / Alejandro Martínez (Sinc)
Miguel Ángel de la Fuente alimenta con polluelos a Kenia, una hembra de cocodrilo del Nilo de unos 35 años y 300 kilos. / Alejandro Martínez (Sinc)
Una investigación canadiense revela una nueva visión detrás de las extinciones generalizadas de fauna: el superdepredador humano, que da prioridad a los beneficios a corto plazo, y provoca cambios extremos en las cadenas de alimentación de todo el mundo. Según los científicos, los humanos tienden a cazar adultos de otras especies en índices hasta 14 veces superiores a otros depredadores, con una explotación particularmente intensa de carnívoros terrestres y peces.
Un nuevo estudio revela que las grandes desapariciones de la megafauna hace entre 60.000 y 12.000 años se produjeron en los períodos de calentamiento del clima y no durante las grandes oleadas de frío, como se creía hasta ahora. Gracias a los análisis cruzado de ADN de restos fósiles con una nueva escala de temperaturas de la época, los científicos recalcan la importancia de los cambios meteorológicos, frente a la actividad humana, que influyó, pero en menor medida.
Por primera vez un estudio ha calculado cuánto cuestan a los españoles los atropellos de fauna salvaje: la cifra asciende a 105 millones de euros al año, lo que supone casi 16 euros por persona. Los animales que más costes acarrean son los de caza, según la investigación de la Universidad Complutense de Madrid.
Estos peces marinos Torquigener albomaculosus hacen sus nidos en los fondos de la isla de Oshima, océano Pacífico, creando círculos de unos dos metros de diámetro con diseños geométricos. / Yoki Ojkata
En los meses posteriores a las Navidades, perreras municipales y protectoras de animales españolas ven un aumento en el número de abandonos de perros y gatos. Para muchos, su vida acaba en el momento en el que sus dueños se desprenden de ellos. Pero veterinarios, protectoras y voluntarios luchan para que estos animales abandonados –y casi siempre maltratados– tengan una segunda oportunidad.