Los niveles de la mayoría de los gases de efecto invernadero alcanzaron en 2008 las mayores cantidades hasta ahora nunca registradas desde la era preindustrial. Así lo confirma la última edición del Boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre los gases de efecto invernadero que será presentada en la XV reunión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Copenhague (Dinamarca), y demuestra que desde 1750 la cantidad de estos gases ha aumentado un 38%.
Emisiones de CO2 de la central térmica de Wuhan, en China.
Praderas marinas en Tanga.
Contaminación industrial.
Stuart Haszeldine, investigador en la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), ha demostrado que las formaciones rocosas de arenisca bajo el lecho marino son capaces de guardar hasta 150.000 millones de toneladas de CO2. Según el científico, es la única alternativa para almacenar el carbono y lograr la reducción de 2ºC en la lucha contra el cambio climático.
Se puede bombear CO2 en las formaciones de arenisca bajo el suelo marino para reemplazar agua salada, o para llenar los espacios que quedan tras la retirada de hidrocarburos.
Investigadores estadounidenses confirman, en un estudio que se publica esta semana en Science, que los efectos reales de las emisiones de CO2 en la atmósfera son diferentes a los que vaticinan el Protocolo de Kyoto y el Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático (IPCC), porque olvidan calcular la interacción de los gases con los aerosoles. El nuevo hallazgo ayudaría a mejorar las estrategias para frenar el calentamiento global.
Conchas microscópicas de plancton bien conservadas.