Una investigación revela que un cráneo encontrado en 1942 y que durante décadas se utilizó para investigar cómo fue el Tyrannosaurus rex de adolescente pertenece en realidad a una especie completamente distinta. El análisis se ha podido hacer gracias a una nueva estrategia para determinar la madurez de los restos de huesos.
Un estudio liderado por la Universidad de Princeton y la Universidad de Yale, ambas en Estados Unidos, revela que unos huesos que hasta ahora se creían parte de un Tyrannosaurus rex adolescente son en realidad una especie completamente distinta.
Dado que los restos eran muy fragmentarios y solo se conservaba un cráneo, el equipo científico no podía comprobar su madurez tan fácilmente como cuando existen huesos de las extremidades
Pero los autores del estudio, cuyos detalles se publican en Science, desarrollaron una nueva estrategia para sacar el máximo provecho de las células del cráneo. Así, pudieron determinar que pertenecía Nanotyrannus lancensis y se trataba de una especie distinta a Tyrannosaurus rex.
El cráneo se encontró en 1942 en la formación Hell Creek de Montana (EE UU). Hasta ahora, se pensaba que era el cráneo de un Tyrannosaurus rex adolescente.
“Como sabemos que el Tyrannosaurus nacía de un huevo y tenía que pasar por una etapa de crecimiento en la que alcanzaba el tamaño del Nanotyrannus, se consideró que la explicación más probable era que el cráneo perteneciera a un Tyrannosaurus juvenil”, cuenta a SINC Christopher T. Griffin, investigador de la Universidad de Princeton y autor principal del estudio.
Para saber la madurez de unos restos se estudia el tejido microscópico (histología) de secciones de los huesos de las extremidades. Estas estructuras conservan un registro similar a los anillos de los árboles y es la mejor manera de determinar cómo de maduro era un dinosaurio en el momento de su muerte.
“No pudimos utilizar la forma clásica de medir la madurez mediante el muestreo de la histología de los huesos de las extremidades, por lo que tuvimos que ser creativos”, relata Griffin.
Lo que sí se conservaba en el cráneo encontrado eran los huesos hioides o huesos de la garganta. Al igual que los huesos de las extremidades, estos pequeños elementos tienen formas tubulares bastante simples que se desarrollan a partir de precursores cartilaginosos, por lo que los autores plantearon la hipótesis de que, al igual que las extremidades, los huesos hioides también podrían conservar un registro del crecimiento.
“Primero probamos este nuevo método en muchos reptiles vivos y extintos de madurez conocida, incluidos varios individuos de Tyrannosaurus, para demostrar que funcionaba”, dice Griffin.

Primero probamos este nuevo método en muchos reptiles vivos y extintos de madurez conocida, incluidos varios individuos de Tyrannosaurus, para demostrar que funcionaba

Cuando lo probaron en las células del hioides del cráneo, los resultados mostraron que el dinosaurio al que pertenecía estaba casi completamente desarrollado y no era un hueso de un individuo adolescente en crecimiento.
“Dado que es mucho más pequeño que los ejemplares definitivos y maduros de Tyrannosaurus rex, esto indica que se trata de una especie distinta y no de un T. rex juvenil”, señala el investigador.
Además de su pequeño tamaño (solo una décima parte de la masa de un Tyrannosaurus rex adulto), el cráneo del Nanotyrannus también tiene un hocico proporcionalmente más largo y un mayor número medio de dientes en las mandíbulas.
Estos resultados, además de confirmar una nueva estrategia para comprobar la madurez en cráneos, muestran que había más depredadores y, por lo tanto, ecosistemas más complejos, en América del Norte al final de la era de los dinosaurios.
Además, según señala Griffin, el cráneo de Nanotyrannus se utilizó durante mucho tiempo para estudiar cómo habría sido un T. rex adolescente, “por lo que muchos de estos datos deberán ser reevaluados”.
“Se están preparando nuevos especímenes de posibles tiranosaurios rex juveniles. Determinar cuáles de ellos son Nanotyrannus, cuáles son Tyrannosaurus y qué similitudes y diferencias tienen será clave para llenar algunas de estas nuevas lagunas en nuestro conocimiento”, concluye el paleontólogo.
Referencia:
Griffin et al. A diminutive tyrannosaur lived alongside Tyrannosaurus rex. Science (2025).