Debido a los efectos del cambio climático, algunas poblaciones de salmón rojo del río Fraser (al suroeste de Canadá) podrían desaparecer por el aumento de la temperatura del agua al que no están acostumbrados. Sin embargo, otras, como los denominados “superpeces”, podrían verse menos afectadas. Así lo revelan, esta semana en la revista Science, investigadores de la Universidad de Columbia Británica (Canadá).
El investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB) Carlos M. Duarte ha sido investido doctor honoris causa por la Universidad de Utrecht (Holanda) en reconocimiento a la investigación desarrollada en el ámbito de la ecología marina.
Un trabajo realizado por investigadores del CSIC, de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), de la Universidad de Barcelona, de la Universidad de Columbia y de Geoscience Australia demuestra que las aguas profundas de la Antártida, ricas en CO2, fueron las responsables de la liberación a la atmósfera de gran cantidad de CO2 durante la última deglaciación planetaria, iniciada hace 17.000 años.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han desarrollado un índice para medir la capacidad de adaptación al cambio climático de la agricultura en la cuenca del Mediterráneo. El índice elaborado, que valora el potencial económico, los recursos naturales, los recursos cívicos y la innovación agraria, ayudará a diseñar políticas que reduzcan la vulnerabilidad del sector ante el cambio climático.
Pinsapos, abetos comunes, encinas, robles albar y alcornoques son las especies que más sufrirán los efectos del aumento de temperaturas. A esto se añade la situación de los vertebrados, que verán su territorio aún más reducido a finales de siglo. Los datos se desprenden de un estudio sobre los efectos del cambio climático en la biodiversidad española presentado hoy en Madrid.
El miedo a la inestabilidad en el precio del petróleo reabre de forma constante la posibilidad de explotar los ricos recursos de hidrocarburos del Ártico. La región se enfrenta a su propia paradoja: el deshielo producido por el cambio climático acrecienta la posibilidad de que se acceda a un petróleo antes remoto. Su explotación también agravará los efectos del calentamiento.
El cambio climático de hace 300.000 millones de años influyó en los bosques del este de los Andes, en la selva amazónica. Según un estudio internacional que se publica hoy en Science, la temperatura sería el principal modulador de esta vegetación.
Científicos recogiendo muestras durante la campaña RADMED.