Uno de los mayores misterios en la evolución humana es el origen del cocinado de alimentos. Un nuevo hallazgo abre una ventana a una fase anterior al uso del fuego, en la que los primeros seres humanos ya podrían haber empezado a cocinar en aguas termales. Esta es la conclusión de un estudio en el que participa la Universidad de Alcalá y que se desarrolla en la garganta de Olduvai (Tanzania).