Existen barreras, tanto naturales como creadas por el hombre, que dificultan el intercambio genético en las diferentes especies. Dichos intercambios entre poblaciones ayuda a mantener la buena salud genética. Por este motivo, científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales han estudiado cómo la Sierra de Guadarrama condiciona la conectividad entre de las poblaciones de cuatro anfibios ibéricos.
En el medio subterráneo superficial de la Sierra de Guadarrama, al centro de la península ibérica, se escondía una nueva especie parecida a un milpiés que los científicos han denominado Guadarramasoma ramosae. El hallazgo muestra la necesidad de seguir estudiando estos entornos que aún pueden ocultar multitud de nuevas especies que han pasado inadvertidas.
La cabra montés (Capra pyrenaica victoriae) fue reintroducida en la Sierra de Guadarrama (Madrid) en 1989. En la actualidad hay demasiadas. Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, que han analizado su impacto sobre las plantas leñosas para saber cuál es la población admisible, demuestran que algunas especies protegidas como el abedul o el acebo pueden ver comprometida su conservación por la presencia de las cabras.
Su clara y delicada madera se utiliza para fabricar las muñecas Matrioshkas, pero éste es sólo uno de los múltiples usos del abedul. Presente en áreas deforestadas o abandonadas, esta especie rara y escasa, ha acompañado al ser humano durante siglos. Y lo seguirá haciendo si los incendios y el cambio climático se lo permiten.