La situación producida por el terremoto y el tsunami en la central nuclear de Fukushima en Japón ha reavivado el debate sobre los riesgos de la energía nuclear. La sensibilidad de la gente y de los medios frente a los riesgos de las centrales nucleares es muy alta, pero conviene poner en contexto dichos riesgos y compararlos con los asociados a otras formas de producción de energía eléctrica.
Los sismólogos llevan décadas pronosticando que un gran terremoto, el Big One, se producirá en la Falla de San Andrés y devastará la superpoblada región de California, desde que en 1906 un gran terremoto azotara San Francisco. Esta misma predicción se hacía para Japón desde el terremoto del Gran Kanto en 1923 que devastó la región de Tokio y causó 150.000 víctimas. De los recientes acontecimientos podemos afirmar que el país de Sol Naciente, acaba de sufrir su Big One.
El ingeniero español Daniel García (Madrid, 1981) trabaja en la Agencia Japonesa de Energía Atómica (JAEA) desde junio 2010. Este investigador en energía nuclear explica a SINC la situación tras el accidente en la central de Fukushima, un suceso que considera tergiversado por la prensa occidental.
Miles de vidas truncadas, pueblos sumergidos y desolados, y centrales nucleares descontroladas: el país nipón se enfrenta a su peor pesadilla desde que el 11 de marzo sufriera un terremoto de 9 grados en la escala de Richter y un tsunami devastador. Pero seísmos y maremotos conviven desde siempre con una isla que no existiría si no fuera por el movimiento constante de las placas tectónicas.
La Organización para las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y su Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) establecieron el Sistema de Alerta Temprana contra los Tsunamis y de Mitigación de sus Efectos tras el tsunami que a fines de 2004 acabó con la vida de más de 200.000 personas. Hoy las alertas de este sistema son emitidas por el Centro de Alerta del Pacífico, con sede en Hawai, y por el Centro japonés de asesoramiento sobre tsunamis del Pacífico Norte y Oeste, con sede en Tokio.
Un equipo científico liderado por la Universidad de Cantabria (UNICAN) ha evaluado el riesgo de tsunamis en la costa sureste española. El estudio apunta que el riesgo de tsunami en el Mar de Alborán es “de medio a bajo”. Otro estudio recopila las consecuencias del famoso terremoto del 1 de noviembre de 1755 en la costa de Huelva: un tsunami que generó inundaciones hasta el centro de la ciudad y que “sólo es cuestión de tiempo que vuelva a ocurrir”. En la actualidad, España sigue sin contar con un plan de prevención.
Vista aérea de la ciudad de Dichato, una de las poblaciones más afectadas por el tsunami que entró más de un kilómetro tierra adentro.