Los agujeros negros no se relacionan con los discos galácticos, los pseudobulbos o los halos de materia oscura.
Imagen compuesta de la galaxia M100. La supernova SN 1979C es el punto anaranjado de la parte central inferior.
Impresión artística de la fuente HLX-1 (objeto azulado sobre la galaxia espiral ESO 243-49).
Christine Done, física y profesora en la Universidad de Durham (Reino Unido) cuenta que cuando era una niña en la televisión veía Star Trek y ella quería ser Spock el científico y entender las cosas. Así que estudió física y se dedicó a investigar agujeros negros. Hoy conocemos cerca de 30 agujeros negros en nuestra galaxia, estrellas colapsadas que acretan material de una compañera. Pero según la experta, "la gravedad en un agujero negro, es la más fuerte posible, y su comportamiento da validez a lo que Einstein predice".
Esta simulación muestra un agujero negro que atrae la materia cercana (en amarillo) y al mismo tiempo proyecta energía hacia el universo en forma de chorro de partículas (azul y rojo), que se mantiene unidas mediantes líneas de campo magnético (verde).
Rob Hynes se dedica a estudiar los discos de acreción, que se originan alrededor de objetos compactos. Le interesa comprender su estructura, la forma que adquieren, cómo son calentados y golpeados por rayos X, y el modo en que esto afecta a su comportamiento. Dice que ha acabado en este campo en gran parte por casualidad, pero está contento de trabajar en él. Actualmente, y después de haberse movido bastante, investiga en la Louisiana State University (Estados Unidos).
Ilustración que refleja el agujero negro acompañado de la estrella Wolf-Rayet.
Opina que Oxford es una ciudad histórica con un excelente ambiente, “un lugar excepcional para la investigación”. Se enamoró de la supernova 1987A, que explotó cuando estaba realizando su tesis doctoral, y ha trabajado en ella durante veinte años. Hoy en día cree que ha conseguido arrancarle algunos de sus secretos.