Hacía más de cinco siglos que no llovía en el corazón hiperárido del desierto de Atacama (Chile) pero lo ha hecho en los últimos tres años, probablemente por los efectos del cambio climático. Como consecuencia se ha producido la devastación de su comunidad bacteriana adaptada a la sequía, un suceso que científicos españoles han analizado para estudiar si algo parecido pudo ocurrir en Marte.
Científicos europeos han recogido los diminutos hongos que se cobijan en las rocas de la Antártida y los han enviado a la Estación Espacial Internacional. Tras permanecer allí durante año y medio en condiciones parecidas a las de Marte, más de un 60% de sus células permanecían intactas, con el ADN estable. Los resultados aportan nueva información en la búsqueda de vida en el planeta rojo. En el mismo experimento también viajaron al espacio líquenes españoles de la Sierra de Gredos.
En las regiones donde nacen estrellas parecidas a nuestro Sol ya aparecen moléculas orgánicas complejas como la formamida, de la que pueden surgir azúcares, aminoácidos e incluso ácidos nucleicos, esenciales para la vida. Astrofísicos de España y otros países han detectado esta biomolécula en cinco nubes protoestelares y proponen que se forma sobre diminutos granos de polvo.
Nebulosa NGC1333, una de las regiones de formación estelar donde se ha detectado formamida. / NASA-Spitzer
Investigadores españoles han detectado por primera vez una interacción desconocida entre los microorganismos y la sal. Cuando se introduce Escherichia coli en una gota de agua salada y se deja secar, la bacteria maneja el cloruro sódico para que cristalice en unas formaciones en 3D donde entra en hibernación. Después, simplemente rehidratando el material, la bacteria revive. El descubrimiento se realizó de forma casual con un microscopio casero, pero es portada de la revista Astrobiology y puede ayudar a buscar indicios de vida en otros planetas.
Patrones biosalinos desecados formados por la interacción de células de Escherichia coli con la sal común. / J. M. Gómez-Gómez
El origen de las aguas ácidas del Río Tinto se debe a la interacción de acuíferos subterráneos con diversas unidades geológicas con sulfuros metálicos, y apenas a la minería tradicional de la zona. Así lo recoge el estudio que investigadores del Centro de Astrobiología publican esta semana en la revista Earth and Planetary Science Letters.
Por una ‘carambola cósmica’ el astrofísico José Antonio Caballero, investigador del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA), conoció a Antonio Arias, líder del grupo de rock Lagartija Nick. Del encuentro ha surgido el proyecto United Sounds of Cosmos, un espectáculo que aúna música, videoarte y astronomía. Caballero habla de este proyecto y su trabajo profesional en la búsqueda de exoplanetas.
Ilustración del gran océano de Europa y su gélida corteza, por la que puede ascender un criomagma. / NASA/JPL-Caltech
El agua, las sales y los gases disueltos en el gran océano que se supone hay bajo la gélida corteza de Europa pueden ascender hacia la superficie y generar las enigmáticas formaciones geológicas teñidas de rojo que se observan en este satélite de Júpiter. Así lo confirma el experimento que investigadoras del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) han efectuado en el laboratorio con agua, dióxido de carbono y sulfato de magnesio.