La manera en la que recopilamos información sanitaria en internet puede dar lugar a creencias erróneas aunque consultemos fuentes fiables. El problema está en los sesgos de nuestras estrategias de búsqueda, que tienden a dar pesos equivocados a los datos, según un estudio experimental de la Universidad de Deusto. Las investigadoras señalan que este fenómeno afecta especialmente a los antivacunas.
Hay un dicho que no hemos aplicado en esta pandemia: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. ¿Por qué los españoles miraron con extrañeza el temprano cierre de los comercios chinos ante la covid-19? Según los expertos, tuvo que ver con la dificultad para tomar una decisión hasta percibir un peligro claro, unido a que este colectivo sigue siendo un gran desconocido para la mayoría.
Mientras gobiernos, organizaciones y ciudadanía se esfuerzan en controlar la pandemia, las teorías conspiranoicas se vuelven virales atizadas por celebridades como el cantante Miguel Bosé, que responsabiliza a la telefonía 5G a la vez que arremete contra las vacunas en desarrollo. En contrapeso, se multiplican las iniciativas de periodistas, científicos e internautas para aplanar la curva de la desinformación.
La carrera por encontrar una terapia preventiva contra la COVID-19 se ha olvidado de su aceptación social. Mientras los científicos trabajan contra el reloj en el fármaco, algunos investigadores advierten de las reticencias de un amplio espectro de la población, no solo los antivacunas.
Mientras la comunidad científica busca una vacuna y un tratamiento efectivo, otros se aprovechan del miedo de los pacientes para lucrarse. Terapias fraudulentas con células madre, MMS o falsos remedios para fortalecer al sistema inmunitario conviven en un entorno donde abundan las desinformaciones.
Los movimientos contra la vacunación en Facebook son más influyentes que los grupos a favor, según un nuevo estudio que ha examinado las interacciones de casi 100 millones de personas en sus páginas. Los autores alertan del peligro que esto supone contra el nuevo coronavirus.
¿Ibuprofeno o paracetamol? ¿La pérdida de olfato es un síntoma asociado al SARS-COV-2? ¿Funcionan las mascarillas caseras? La pandemia de COVID-19, que comenzó hace ya tres meses en China, todavía genera más preguntas que respuestas. En Sinc hemos recopilado las principales cuestiones que siguen surgiendo estos días sobre esta enfermedad.
Las cadenas de texto y audios con información falsa se propagan a través de los teléfonos móviles en la crisis del coronavirus. Según los expertos, cualquiera puede caer en el error de confiar en ellos debido a sesgos cognitivos que todos sufrimos. Por eso apelan a la responsabilidad individual antes de reenviarlos.
La plataforma de investigación sobre la percepción social de la ciencia ScienceFlows lanza un proyecto donde se analizarán bulos sobre el COVID-19. En el proyecto colabora Maldita Ciencia, Salud Sin Bulos, la Asociación para proteger al enfermo de Terapias Pseudocientíficas y la Agencia SINC.
Un equipo de la Universidad de Granada y el Imperial College de Londres han analizado matemáticamente qué características presentan los tuits que contienen información falsa y han propuesto un sistema informático para detección de bulos. El trabajo ha utilizado datos de Twitter sobre las elecciones presidenciales de EE UU en 2016.