Un equipo liderado por la investigadora española Aida Gómez-Robles, del departamento de antropología de la Universidad George Washington (EE UU) ha publicado en la revista Nature Communications un artículo que plantea que el cerebro de chimpancés y humanos es especialmente flexible debido a la independencia relativa de sus distintas áreas.
Comienza la temporada de festivales de verano y cientos de personas se moverán al ritmo de sus grupos favoritos. Pero no solo los humanos son capaces de danzar al compás de la música. Algunas aves, las ballenas, los delfines, las focas, los murciélagos y los elefantes, entre otros, también pueden seguir el tempo de una melodía.
“Proteger a los chimpancés en cautividad hará que los salvajes mueran inevitablemente”, asegura el autor principal de un estudio que ha probado con éxito una vacuna contra el virus del Ébola en chimpancés. Los grandes simios están gravemente amenazados por enfermedades severas, algunas de ellas tratables con vacunas. Sin embargo, la tendencia a poner fin a la investigación con estos animales en cautiverio impediría el desarrollo de este tipo de tratamiento.
Las especies con cerebros más grandes tienen más autocontrol que las especies con cerebros pequeños, según un estudio liderado por la Universidad Duke (EE UU). Asimismo, la variedad en la dieta parece haber actuado como una presión selectiva para favorecer dicho autocontrol.
Un grupo de investigadores propone dos orificios como únicos del genero Homo tras observar su ausencia en 261 columnas cervicales de 38 especies de primates no humanos. El estudio, además de ofrecer pistas sobre la evolución de los homínidos, puede ser de interés para los estudios clínicos y quirúrgicos de la columna cervical.
La capacidad de sentir empatía puede influir en la susceptibilidad de los chimpancés para contagiarse de los bostezos. / Elainie Madsen. Universidad de Lund.
La empatía que tienen los chimpancés puede influir en su capacidad de contagio para repetir el bostezo humano. Investigadores de la Universidad de Lund (Suecia) han comprobado que son susceptibles de emular estos bostezos cuando crecen.
Con tan solo 23 años Jane Goodall viajó por primera vez a África. Fascinada desde su infancia con este continente, conoció al famoso paleontólogo Louis Leakey y se convirtió en la primera de sus tres ‘ángeles’. Dice haber releído de pequeña muchas veces El libro de la selva y posteriormente Tarzán, hasta pensar que este se casó “con la Jane equivocada”. Estos días está en España y, aprovechando la invitación de la Junta de Castilla y León al Museo de la Evolución Humana y a los yacimientos de Atapuerca, hablamos con ella.