Hace más de veinte años, Sudáfrica y la India lograron vencer los intereses de las grandes farmacéuticas para poder importar y fabricar versiones genéricas de la combinación de antirretrovirales. ¿Se podría hacer algo parecido para superar la actual pandemia? ¿Sería suficiente con la suspensión temporal de las patentes de las vacunas?
Desde los primeros meses de la pandemia, la sociedad y los medios de comunicación han construido muchas teorías sobre el origen del virus y las estrategias de los poderes mundiales. Algunos de ellos se han convertido en bulos que han calado en la población, incluso entre los profesionales de la salud.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha dado su respaldo al uso de la vacuna de Pfizer/BioNTech para adolescentes.
El presidente de EE UU ha pedido a los servicios de inteligencia que investiguen sobre el origen del SARS-CoV-2. La orden se produce tras ganar enteros en los últimos días la teoría de que pudo salir de un centro de investigación de Wuhan (China). En la investigación realizada por la OMS al comienzo de la pandemia, este organismo concluyó que que era “extremadamente improbable” que el virus se hubiera originado en un laboratorio.
Los datos preliminares del estudio LacCOVID muestran que los bebés amamantados por mujeres vacunadas con Pfizer/BioNtech pueden estar protegidos de la covid-19. El trabajo ha contado con la participación de profesionales del Parc Sanitari Sant Joan de Déu que desarrollan su labor en primera línea, son madres lactantes y querían vacunarse.
Un nuevo estudio recoge tres únicos episodios de trombosis arterial en dos mujeres y un hombre tras la vacunación con Vaxzevria. Estos efectos son extremadamente raros y mucho menos frecuentes que los ictus isquémicos producidos por la infección por covid-19.
El Comité de Bioética, tras recibir la consulta del Ministerio de Sanidad, ha concluido que es ética y legalmente recomendable que las personas que rechacen combinar vacunas firmen un protocolo de consentimiento que acredite que disponen de suficiente información sobre el riesgo de síndrome de trombosis asociado a AstraZeneca.
Si ponérnoslas fue un quebradero de cabeza, cabe preguntarse ahora cuándo y en qué contextos nos las quitaremos. El uso de mascarillas en exteriores podría relajarse cuando el porcentaje de vacunados sea mayor y la incidencia caiga. Aun así, las mascarillas han venido para quedarse, lo que no tiene por qué ser negativo.
Investigadores del Vall d'Hebron han encontrado linfocitos T de memoria residentes en pulmón meses después de la infección por SARS-CoV-2, los cuales se activarían rápidamente ante una posible reinfección.
Ya entre enero y marzo de este año, los primeros tres meses de la campaña de vacunación, se estima que las vacunas evitaron al menos 17.000 casos de covid-19 y 3.500 fallecimientos en las residencias de mayores en España. Este gran impacto positivo se debe a la alta aceptación de las vacunas entre los mayores y a su efectividad para prevenir tanto la infección como, posiblemente, la transmisión.