Comunicar bien la información sobre alertas alimentarias, como el brote de Escherichia coli en Alemania o la contaminación radiactiva de alimentos tras el accidente de Fukushima, resulta esencial en su gestión. Así lo refleja el último Informe SAM correspondiente a 2011 y promovido por la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria y el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universitat Pompeu Fabra.