Comunicar bien la información sobre alertas alimentarias, como el brote de Escherichia coli en Alemania o la contaminación radiactiva de alimentos tras el accidente de Fukushima, resulta esencial en su gestión. Así lo refleja el último Informe SAM correspondiente a 2011 y promovido por la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria y el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universitat Pompeu Fabra.
Una buena estrategia de comunicación es un elemento clave para facilitar el éxito en la gestión de una alerta alimentaria. Ésta es una de las principales conclusiones del Informe SAM, con datos de 2011, que analiza anualmente la cobertura que reciben los temas de seguridad alimentaria en la prensa y la televisión.
El estudio –editado en catalán, castellano e inglés y disponible online– forma parte de las actividades de la Plataforma SAM, una iniciativa que tiene por objetivo mejorar la calidad de la información que llega a la sociedad sobre estos temas, y que impulsan la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria y el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universitat Pompeu Fabra.
Según las conclusiones del Informe, el año pasado se ha caracterizado por un mayor número de episodios de alerta alimentaria respecto a años anteriores. Destacan algunos como el brote de Escherichia coli en Alemania, la presencia de dioxinas en piensos destinados al consumo animal en la Unión Europea o la detección de radiación en el agua y algunos alimentos en Fukushima (Japón), a raíz del accidente en la central nuclear que se produjo en esta área.
También otros acontecimientos de alcance internacional –como la escalada en el precio de los alimentos básicos o la grave sequía que afectó a millones de personas en el Cuerno de África- que han recibido una amplia cobertura en la prensa analizada.
Se confirma, por tanto, el interés social que despiertan este tipo de alertas y, al mismo tiempo, la función clave que los medios llevan a cabo en erigirse como una de las principales fuentes de información para la población en estos casos.
Algunos de estos episodios de crisis han sido provocados por incidentes ligados a fenómenos naturales difícilmente evitables, pero otros han sido consecuencia de fraudes comerciales, como la contaminación por dioxinas, un problema reiterativo. Otras veces se han visto agravados por la falta de coordinación entre los agentes implicados y por errores en las estrategias de comunicación, un hecho que revela la función clave que desempeña la comunicación en el desarrollo y la gestión de una alerta alimentaria.
Algunas recomendaciones
Por este motivo, el informe también ofrece una serie de recomendaciones en este ámbito. Estas son algunas de ellas: proporcionar sólo la información basada en datos disponibles –confirmados científicamente y previamente contrastados–, actuar siempre de forma rápida y coordinada para evitar una alarma social injustificada, potenciar la máxima transparencia informativa, erigir portavoces oficiales que faciliten información de forma unificada, establecer unas pautas de actuación y prevención a la población que sean claras, precisas y adecuadas a sus pautas de consumo, así como valorar con antelación las consecuencias de lo que se comunica en cada momento y la manera de hacerlo.
A parte de estos episodios de alerta, uno de los temas que continua captando la atención de los medios es la actual crisis económica y sus repercusiones en la adquisición de alimentos, con la respuesta ciudadana en forma de campañas de solidaridad. El sector agroalimentario también ha sido fuente de noticias, sobre todo en la prensa regional, por su situación crítica y la reforma de la política agraria comunitaria (PAC), así como por otras informaciones, como el impulso de la producción ecológica o el futuro del mercado mundial de cereales.
El Informe SAM 2011 constata de nuevo que la información que publican los medios sobre la seguridad de los alimentos es cuantitativamente importante. Se contaron 2.844 textos sobre este tema en los siete diarios revisados: El País, La Vanguardia, Diari deTarragona, Segre, El Punt Avui, 20 minutos y ADN ).
El sector empresarial se mantiene como principal fuente de información para la prensa (27 %), seguido del sector político (24%), la sociedad civil (21%), el sector científico (17%) y la administración (11%).