Las Denominaciones de Origen suelen concebirse como modelos productivos muy rígidos. Una metodología desarrollada por un grupo de investigadores españoles demuestra que existen más peculiaridades locales de las que se piensa y que pueden explotarse más. La novedad de estas técnicas es que son cuantitativas y pueden convertirse en una herramienta útil porque sus indicadores miden a la vez hechos económicos y territoriales.
Las mieles de una misma zona geográfica, aunque procedan de plantas distintas, se puden diferenciar por su contenido en cinco elementos: calcio, sodio, potasio, magnesio y cinc. Así lo han comprobado investigadores de la UNED al analizar la miel de Granada, catalogada con la 'denominación de origen protegida'.
El azabache asturiano, de alto valor en joyería, aparece en materiales del Jurásico Superior. Debido a su escasez y a la introducción en el mercado de falsos azabaches, el Grupo de Investigación “Azabache y leño fósil”, ha establecido las bases científicas para su “denominación de origen” según su composición, estructura, propiedades fisico-químicas, y grupos de plantas que lo ha originado.