Dos nuevos estudios vuelven a probar el valor para la salud de la dieta mediterránea. Realizados en personas con diabetes tipo 1, los expertos apuntan unos hábitos más saludables en estos pacientes y señalan la necesidad de promover las mismas conductas en la población general. Los resultados también concluyen que vivir fuera de las grandes ciudades se asocia con mejores patrones dietéticos.
Científicos de Navarra han desvelado que la administración de la proteína MMP-10 tras un ictus reduce el daño cerebral en personas con diabetes sin producir complicaciones hemorrágicas. En estos pacientes el riesgo de hemorragias es mucho mayor y sus trombos son más resistentes.
Investigadores españoles asocian el uso de terapias con insulina o la combinación de metformina y sulfonilúrea al aumento de fragilidad ósea en pacientes con diabetes mellitus tipo 2. Tras analizar los datos de más de 12.200 pacientes no se encontró una asociación significativa entre el aumento del riesgo de fractura y otro medicamento antidiabético.
Un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas de Madrid ha desvelado el mecanismo por el que la grasa parda se activa para producir calor y eliminar el exceso de grasa. En los últimos años se ha visto que la activación de esta grasa podría ser una solución al problema de la obesidad y la diabetes.
Un equipo liderado por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona ha desarrollado un método computacional cuyo objetivo es reutilizar medicamentos que se dirigen a los mecanismos compartidos entre diferentes enfermedades, como por ejemplo el alzhéimer y la diabetes tipo 2.
La adherencia a un patrón de dieta mediterráneo se asocia con menor riesgo de fragilidad en mujeres mayores que sufren diabetes, según un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid. La diabetes es una enfermedad que acelera la pérdida de masa muscular, y algunos fármacos antidiabéticos contribuyen a esta pérdida de músculo.
Investigadores españoles han relacionado el desarrollo de diabetes tipo 2 con un cambio y una diversidad más reducida en las bacterias intestinales de personas con enfermedad arterial coronaria. Los autores indican que se trata de un nuevo objetivo terapéutico para el tratamiento y prevención de patologías cardiometabólicas complejas a través de la regulación del sistema inmune.
Investigadores de Cataluña han identificado en ratones una molécula clave en la resistencia a la insulina, una condición que favorece el desarrollo de la diabetes tipo 2. El trabajo muestra cómo la enzima BACE1 y su producto, el APPβ soluble, están implicados en la aparición del proceso inflamatorio y dicha resistencia.
Investigadores españoles han demostrado en ratones que la terapia basada en la familia de proteínas SOCS reduce de forma efectiva la acumulación de radicales libres que la diabetes causa en las células de las arterias y el riñón. El efecto antioxidante del tratamiento se correlacionó con una mejora de la función renal en animales diabéticos y con una reducción en el tamaño de sus placas de ateroma.
Un grupo de investigación español ha estudiado la respuesta frente a dietas altas en grasa con ratones deficientes en la proteína PASK. La regulación de esta proteína podría ser clave en el control del desarrollo de la obesidad y las alteraciones metabólicas asociadas, según los autores.