Investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia han evaluado las áreas más vulnerables de los ríos y determinan que el aumento de temperaturas hará que las especies de aguas frías, como la trucha común, reduzcan significativamente su hábitat potencial.
Cuando un río recibe las aguas de una depuradora, se pone de manifiesto su eficiencia. Un grupo de investigación de la Universidad del País Vasco, en colaboración con el instituto ICRA de Gerona, ha observado que las aguas de las depuradoras influyen en el ecosistema fluvial. Al tener mayor cantidad de materia orgánica, incrementan la actividad de los organismos que se alimentan de ella; y perjudican a otros porque no eliminan elementos tóxicos, como fármacos.