Este 11 de marzo se cumplen cinco años de uno de los mayores accidentes nucleares de la historia, el de la central japonesa de Fukushima. Por una fatídica coincidencia de causas naturales y fallos humanos, algunos de sus reactores explotaron, liberando altas dosis de radiactividad. Tras la catástrofe aumentaron en todo el mundo las medidas de seguridad en estas instalaciones, pero su huella ha cambiado la vida de miles de personas y tardará décadas en borrarse del medio ambiente.
Científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona han estudiado los niveles de estroncio y cesio radioactivo en la costa de Japón durante los últimos años y han comprobado que los niveles de radioactividad en agua son entre 10 y 100 veces mayores que los registrados antes del accidente de Fukushima, que ocurrió justo hace cinco años. Los niveles más altos localizados cerca de la central nuclear indican una fuga contínua de agua contaminada con esos radioisótopos hacia el océano Pacífico.
El Consejo de Seguridad Nuclear ha emitido esta semana un informe favorable, aunque con condiciones, a la instalación del 'almacén temporal centralizado' de residuos radiactivos de alta actividad en el municipio conquense de Villar de Cañas. El Ministerio de Industria, Energía y Turismo tendría ahora que autorizarlo, pero el Gobierno de Castilla-La Mancha ha aprobado la ampliación de la zona de protección ambiental del entorno e invalida este emplazamiento para la instalación nuclear.
16 de julio de 1945: la primera bomba nuclear estalló en Alamogordo, Estados Unidos. / Wearbeard
2000: cierra definitivamente la central nuclear de Chenóbil. / Wearbeard
Investigadores del Centro Nacional de Aceleradores en Sevilla han analizado el yodo-129 que hay en las algas y las aguas marinas situadas entre Noruega, Suecia y Dinamarca. Los resultados revelan que las concentraciones de este elemento radiactivo han aumentado por las descargas procedentes de las plantas de reprocesamiento nuclear de Sellafield (Reino Unido) y La Hague (Francia).
Investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña han utilizado un modelo matemático muy sencillo para modelizar el comportamiento de la luz láser sometida a perturbaciones. Este modelo es el mismo con el que otros científicos han descrito el comportamiento de algunas neuronas. Según los autores, esta similitud permitirá estudiar mejor cómo responde el sistema neuronal humano a estímulos externos.