Ante circunstancias extremas de falta o exceso de agua, temperatura o sal, las plantas tienen la capacidad de adaptarse. Sin embargo, esta respuesta podría verse afectada si en un mismo cultivo se combinan fertilizantes químicos y biofertilizantes. El nuevo estudio, con participación de la Universidad de Salamanca, demuestra que plantas de tomate criadas en invernadero y sometidas a un estrés salino reaccionan bien, salvo cuando son tratadas con esa doble fertilización.