La mandíbula gelatinosa de un gusano marino, que se convierte en dura o flexible en función del medio que la rodea, ha servido de inspiración a investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts para desarrollar un nuevo material que se podrá aplicar en robots blandos. Pese a tener la textura de un gel, este compuesto está dotado de una gran resistencia mecánica y consistencia, y es capaz de adaptarse a entornos cambiantes.