Según un estudio realizado en 367 artículos de nutrición, nueve de cada diez productos alimenticios destinados específicamente a los niños tienen un contenido nutricional malo, debido a los altos niveles de azúcar, grasa o sodio. Las conclusiones de esta investigación aparecen publicadas en el número de julio de la revista Obesity Reviews.
Se trata de una molécula llamada interleuquina-6, de elevada presencia en obesos y diabéticos. Los resultados experimentales demuestran una mejora de sensibilidad a la insulina y absorción de la glucosa, así como un aumento de la expresión de importantes genes relacionados con el metabolismo de las grasas.
Rafael Maldonado y sus colaboradores de la Unidad de Neurofarmacología del CEXS-UPF, hanrealizado dos revisiones que ilustran la complejidad y la variedad de los mecanismos de acción implicados en estos sistemas, reflejando en sus estudios cómo este conocimiento puede repercutir en la identificación de dianas farmacológicas para el tratamiento de enfermedades complejas. Así el sistema cannabinoide endógeno se encuentra íntimamente implicado en la actualidad en una de las pandemias más devastadoras de los países desarrollados: la obesidad, un factor de riesgo primordial para los problemas cardiometabólicos que lleva asociados.
Catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona, Abel Mariné es gestor del ‘Programa Nacional de Tecnología de Alimentos’ de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT) y miembro del cuadro de expertos en Seguridad de los Alimentos de la OMS. Colaborador habitual en medios de comunicación como El periódico, La Vanguardia, TV3 o Radio 4, Abel ha participado en el ciclo ‘A ciencia cierta’, organizado por la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de La Rioja, donde ha impartido la conferencia ‘¿Sabemos lo que comemos?’.
Científicos del Instituto Karolinska (Suecia) han descrito en dos recientes estudios que el receptor denominado ALK7, desempeña importantes papeles en la regulación de la acumulación de grasas en el organismo, así como en la liberación de insulina de las células beta pancreáticas. Estos hallazgos tienen implicaciones para el desarrollo de tratamientos contra la diabetes y la obesidad.
Según una investigación presentada en el Congreso Europeo sobre Obesidad, la exposición en el útero o durante la infancia a las sustancias químicas conocidas como disruptores endocrinos, utilizadas para fabricar productos como biberones, revestimientos de las latas de alimentos y algunos envoltorios y envases de plástico para alimentos, podría contribuir al desarrollo de obesidad. Estos disruptores mimetizan o alteran los efectos de las hormonas en el organismo.
Un estudio realizado en el hospital Germans Trias concluye que las personas con exceso de peso tienen más probabilidad de sufrir daño renal, no relacionado con las enfermedades asociadas a la obesidad.
Un año después de que investigadores británicos relacionaran por primera vez un gen -el FTO- con un mayor riesgo de obesidad, un equipo internacional descubre nuevas variaciones genéticas que hacen que las personas adultas que las presentan pesen hasta 3,8 kilos más.