El proyecto internacional ProMETEO, con la asesoría científica en España del físico Jose María Martín Olalla (Ourense, 53 años), está probando en Sevilla un sistema piloto que clasifica y nombra las olas de calor según su impacto en la salud. Si se alcanzan tres días con temperaturas superiores a 41 ºC, dan la voz de alarma. La primera con nombre propio fue Zoe, en un mes de julio de 2022 con cifras récord.
Esta época estival en España ha sido la más caliente de su serie de datos. Además, el pasado mes de agosto ha sido muy cálido: el segundo con mayores temperaturas desde que hay registros, según datos de la Agencia Española de Meteorología.
Los episodios de calor peligrosos y extremadamente peligrosos serán más habituales, incluso si se cumplen los objetivos climáticos del Acuerdo de París. Los científicos prevén en un estudio regiones difícilmente habitables al aire libre, sobre todo en los trópicos. A pesar de ser “escenarios aterradores” estamos a tiempo de prevenirlos.
Sentinel-3 detecta el calor extremo en España y Francia. / UE-Copernicus Sentinel-3 imagery
El estudio evidencia que siete de los diez años más cálidos en nuestro país se han registrado en la última década y que las emisiones de los gases de efecto invernadero han alcanzado cifras récord.
Nunca se habían producido anomalías térmicas en ambos polos simultáneamente, lo que supone una clara señal de disrupciones del sistema climático global.
El cambio climático perjudica a la salud. Así de tajantes se muestran Cristina Linares Gil y Julio Díaz, investigadores que llevan años estudiando el impacto sobre las vidas humanas tanto del frío como del calor extremos. Este año, en el Instituto de Salud Carlos III han creado una unidad de referencia en cambio climático, salud y medio ambiente urbano.
Las olas de calor, con consecuencias fatales para la salud y la vida en las regiones que la sufren, son cada vez más frecuentes. Manola Brunet, directora del Centro en Cambio Climático (C3) asegura que tendremos que ir adaptándonos a olas de calor más extremas y a olas de frío menos severas por la crisis climática.