Un análisis genealógico alerta de que el nuevo coronavirus existe desde hace décadas en murciélagos, y por tanto pueden haber aparecido otros linajes con capacidad de infectar humanos. El equipo de investigación pide un sistema de vigilancia capaz de detectar nuevos patógenos en tiempo real.
El SARS-CoV-2 no ha sido fruto de una manipulación contra las grandes economías gestada en un laboratorio. Los científicos ya han comprobado que se originó por procesos naturales y probablemente se transmitió a las personas desde los murciélagos pasando por diferentes especies. Aún no saben si se convirtió en patógeno para los humanos después de habernos contagiado. Si ese paso sucedió antes, en un animal, la posibilidad de que se produzcan más brotes en el futuro aumentaría.
Los cazadores prenden fuego al tronco donde se refugiaba un pangolín, incapaces de sacarlo. Asfixiado y agotado, este pequeño animal se rinde y su final es inminente y atroz. Las imágenes, grabadas con un móvil, han permitido a científicos de la Universidad de Oxford analizar las técnicas de caza ilegal de este mamífero, protagonista del #Cienciaalobestia y perseguido por sus escamas para la medicina tradicional asiática.
El análisis del fémur de un pangolín de hace 16 millones de años, hallado en los años 70 en el yacimiento de Can Cerdà, en la cuenca del Vallès-Penedès (Cataluña), ha permitido identificar el primer registro de pangolines fósiles en la península ibérica. Los restos conservan características primitivas y se han asignado a un género ya extinto. Estos animales actualmente viven en Asia y África, pero hace más de cinco millones de años estuvieron también presentes en Europa.