Una amplia revisión de estudios sobre la moral de primates y otros animales prueba que las especies cuyos individuos cooperan entre sí son muy sensibles ante las desigualdades. Los monos capuchinos, por ejemplo, se rebelan cuando reciben un premio menos sabroso que el del compañero. Solo los humanos y algunos primates, como los chimpancés, somos capaces de quejarnos si el reparto es injusto para el prójimo; y lo hacemos para evitar futuros conflictos.
Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva y del Centro Nacional de Análisis Genómico participan en un consorcio internacional que ha secuenciado el genoma del gibón (Hylobatidae), el último simio en ser secuenciado. El estudio de estos primates proporciona pistas para la investigación en salud humana.
En plena epidemia del virus del Ébola en África occidental, todas las miradas se centran en los posibles avances de la comunidad médica para lograr un tratamiento eficaz. Una edición especial de la revista Nature revela los prometedores resultados detectados en monos con el ZMapp, un fármaco experimental producido en plantas similares al tabaco.
Un grupo de investigadores propone dos orificios como únicos del genero Homo tras observar su ausencia en 261 columnas cervicales de 38 especies de primates no humanos. El estudio, además de ofrecer pistas sobre la evolución de los homínidos, puede ser de interés para los estudios clínicos y quirúrgicos de la columna cervical.
Investigadores de la Universidad de Princeton han comprobado que los monos titíes no se interrumpen mientras mantienen una conversación. Estos primates se comunican principalmente mediante sonidos vocales y utilizan un conjunto de reglas en sus diálogos similares a las humanas.
La oxitocina es una hormona responsable de comportamientos parentales, sexuales y sociales relacionados con la confianza y la generosidad. Investigadores estadounidenses han estudiado cómo afecta a la vigilancia social de los macacos Rhesus. El trabajo sugiere que la molécula aumenta la atención hacia ojos y caras, pero relaja la vigilancia hacia otros individuos que representen una amenaza.
Utilizando herramientas matemáticas similares a las que se emplean en el estudio de redes sociales, un equipo internacional de investigadores ha detectado qué especies animales pueden ser transmisores de enfermedades. El trabajo podría ser un importante hallazgo para predecir el origen de futuras pandemias.
La dieta del Australopithecus anamensis, un homínido que vivió en el este del continente africano hace más de cuatro millones de años, era muy especializada e incluía tanto alimentos típicos de ambientes abiertos (semillas, juncos, hierbas, etc.) como frutos y tubérculos. Así lo indica un estudio científico que tiene como primer autor a Fernando Estebaranz, investigador del departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona.
Por fin se ha conseguido descifrar la información genética completa del bonobo, la única que faltaba de los grandes simios. Igual que los chimpancés, los bonobos comparten un 98,7% del genoma con los humanos. El trabajo ayudará a comprender las diferencias conductuales de las tres especies a partir de las bases genéticas.
Se creía que los monos eran uno de los pocos animales capaces de contar pero las palomas también lo son.