Los sonidos de los anfibios se alteran por el aumento de la temperatura ambiente, un fenómeno que, además de interferir en el comportamiento reproductor, sirve de indicador del calentamiento global. Investigadores de la Universidad de Sevilla han recurrido a la inteligencia artificial para crear un clasificador automático de los miles de sonidos de ranas y sapos que se pueden grabar en un entorno natural.
En el macizo del Tsaratanana, la montaña más alta de Madagascar y una de las zonas más remotas de la isla, viven numerosas especies endémicas, pero, por el difícil acceso a esta zona boscosa, la mayoría de ellas son aún desconocidas para la ciencia. Sin embargo, gracias a una expedición europea, un grupo de científicos ha descubierto, entre otras, dos nuevas especies de ranas muy esquivas que viven en el suelo de la selva.
Cuando los machos de las ranas arborícolas japonesas cantan a la vez, las hembras no pueden distinguirlos para elegir al mejor, así que los pretendientes se ponen de acuerdo para entonar de uno en uno. Esta desincronización natural de los cantos ha inspirado el desarrollo de algoritmos computacionales, que se pueden aplicar al diseño de sistemas inalámbricos y al análisis de redes sociales, como Facebook o Twitter.
Un estudio internacional en el que ha participado el Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, analiza el papel que desempeña el tamaño del cuerpo y el rango de distribución en la diversificación de una familia de ranas endémicas de Madagascar.
Las ranas túngara hembra (Physalaemus pustulosus) y los murciélagos de labio verrugoso (Trachops cirrhosus) comparten aptitudes perceptivas al interpretar de igual modo las llamadas de la rana macho. El estudio, que se publica en la revista Science esta semana, demuestra que ciertos tipos de percepción podrían ser universales.
A través de experimentos con una rana robótica, un equipo internacional de investigadores ha demostrado que durante los enfrentamientos las ranas arborícolas macho se comunican con vibraciones a través de las plantas en las que se encuentran. Este hallazgo, que se publica en el último número de Current Biology, abre la puerta a nuevos estudios sobre la comunicación entre vertebrados.
Dos ranas macho apareándose.
Los restos humanos encontrados en la Península Ibérica indican que las primeras dispersiones humanas desde África hasta Europa occidental se produjeron hace entre 1,4 y 1,2 millones. Hasta ahora se barajaban diferentes hipótesis sobre las razones, pero un equipo internacional liderado por científicos españoles acaba de demostrar que el clima condicionó la primera dispersión humana hacia España.