Un nuevo estudio desmonta los prejuicios que sufren las víctimas de violación. Investigadores de la Universidad de Málaga han analizado cómo gran parte de la sociedad culpabiliza a la víctima por influencia de una cultura del honor basada en la fidelidad femenina y en la importancia de una buena reputación. Ser conscientes de este entramado ideológico es importante para desarrollar programas de prevención.
Hace pocas semanas Donald Trump calificaba de “poco atractivas y horribles” a las mujeres que lo acusaban de acoso sexual. Las declaraciones del polémico líder político están en consonancia con los resultados de una investigación de la Universidad de Granada. Sus resultados ponen en evidencia ciertos mitos sobre el acoso sexual. Por ejemplo, muchas personas siguen considerando que estas agresiones se relacionan con la belleza física de la víctima.
Investigadores españoles han estudiado si existen diferencias entre hombres latinoamericanos inmigrantes y españoles condenados por violencia contra la mujer respecto a sus actitudes hacia la agresión y el riesgo de reincidencia, entre otros. Los resultados muestran desigualdades significativas en la percepción de la gravedad, en su aceptación y en la culpabilización de la víctima. Sin embargo, tanto los hombres latinoamericanos como los españoles responden de igual manera al programa de intervención con maltratadores.
Mucha gente se pregunta por qué hay alumnos que abusan de sus compañeros. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Illinois, ambos en EE UU, han cambiado el enfoque y se han cuestionado cómo responden las víctimas al bullying. La respuesta: unos optan por hacer nuevos amigos, algunos quieren ser ‘guays’ y otros intentan pasar desapercibidos.
Un estudio estadounidense revela que la intensidad y frecuencia de los ataques en una guerra se puede predecir según el tiempo transcurrido y el número de muertes registradas en los primeros días de combate. Los investigadores defienden que su estudio no solo es útil para planificar la estrategia militar, también puede aplicarse a las ciberguerras e incluso al ataque de los microorganismos contra el sistema inmunológico.
Los resultados revelan que más de la mitad de los agresores de la víctima son familiares.