Una larva de insecto que vivió durante el cretácico, hace unos 110 millones de años, y que aparece recubierta de restos vegetales, es la evidencia de camuflaje en insectos más antigua conocida hasta ahora, según un artículo que publica la última edición de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). El trabajo se basa en el estudio de una pieza excepcional de ámbar descubierta en el año 2008 en el yacimiento de El Soplao (Cantabria), el más extenso y rico en ámbar de la era mesozoica en Europa.
Tres trabajos internacionales han detectado millones de diferencias en el genoma de variantes de maíz (Zea mays) de todo el mundo. El registro de estas mutaciones escribe la historia de su domesticación por el ser humano.
Aunque se ha estudiado el efecto que factores ambientales como el clima tienen en la variabilidad genética de las poblaciones naturales, hasta ahora no se había abordado el papel que juegan las interacciones entre las especies de plantas a escala local. Un estudio conjunto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Rey Juan Carlos muestra por primera vez que estas interacciones entre distintas especies de plantas pueden determinar la estructura genética de sus poblaciones.
Los neandertales no comían únicamente carne. Los restos fósiles de dientes de neandertales hallados en el norte de Europa e Irak demuestran que estos homínidos cocinaban de forma regular y consumían una variedad de plantas disponibles en su entorno. Así lo confirma el estudio, que ha publicado online la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
La búsqueda y caracterización de compuestos bioactivos de los vegetales incluidos en nuestra dieta diaria ha permitido identificar en plantas como la coliflor agentes quimiopreventivos frente a compuestos carcinogénicos presentes en lo que comemos. Los beneficios de los isotiocianatos e indoles para prevenir el cáncer parecen evidentes.
Una hembra Bagheera kiplingi alimentándose de un cuerpo de Beltian.
El Centro Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (Ciale), de la Universidad de Salamanca, participa en un proyecto Consolider-Ingenio 2010 del Ministerio de Educación y Ciencia. Éste pretende investigar el potencial biotecnológico de los factores de transcripción de las plantas, es decir, de las proteínas que regulan sus genes y controlan su crecimiento y la respuesta al estrés causado por enfermedades o causas ambientales. El profesor Óscar Lorenzo ha recibido 125.000 de los 6.200.000 euros del proyecto, en el que participan 20 grupos españoles formando el consorcio Transplanta.