Según María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su sede de Ginebra (Suiza), las políticas en cuestiones de salud y medio ambiente deben unirse para afrontar millones de muertes al año en todo el mundo. La declaración de Parma que se firmará el 12 de marzo en la V Conferencia Ministerial sobre Medio Ambiente y Salud en Parma (Italia) dará las claves para mejorar las medidas que aseguren el bienestar humano en Europa.
Una vez agotados los recursos mineros en la superficie terrestre, el ser humano se lanzará a una nueva “aventura”: la explotación de los fondos marinos, una atractiva fuente económica de recursos minerales que ahora parece inagotable por la extensión de los océanos. Pero los mares recogen más del 97% de los seres vivos del Planeta, la gran mayoría desconocidos para la ciencia. Su exploración, ante todo sostenible, arrojará luz allí donde reina la oscuridad.
El buitre negro (Aegypius monachus) ha sido declarado Ave del Año 2010 por la organización SEO/BirdLife. El ave más grande de España representa las amenazas que afectan a toda la avifauna ibérica al ser víctima del uso ilegal de cebos envenenados y de la gestión ganadera para su alimentación. Pero el buitre negro se recupera. Si en los años ’70 había menos de 200 parejas, hoy su población se ha multiplicado por diez.
La secuenciación del genoma humano llegó en febrero de 2001 en sendos artículos de Nature y Science. Desde entonces las técnicas han dado un gran salto y han demostrado que los humanos nos parecemos mucho. Así lo confirma Hafid Laayouni (Marruecos, 1968), investigador en el centro CIBER de Epidemiología y Salud Pública de Barcelona, en un estudio que se ha publicado on line esta semana en Human Genetics, y según el cual no hay grandes diferencias genéticas entre las poblaciones de la Península Ibérica, como se pensaba hasta ahora.
En noviembre de 2009 salieron a la luz algunos correos electrónicos de científicos británicos cuyo contenido revelaba imprecisiones y, según los escépticos, maximizaba los efectos del cambio climático. Desde entonces se han puesto en duda la fecha del deshielo de los glaciares del Himalaya y las temperaturas ascendentes de China, entre otras cosas. Este hervidero de descrédito que está perturbando a la comunidad científica se llama Climategate. ¿Lograrán las críticas y el desprestigio afectar a la credibilidad de la ciencia climática?
Desde que en diciembre los gobiernos anunciaran el Acuerdo de Copenhague como alternativa post-Kioto, los medios de comunicación hablan cada vez más de biodiversidad. Comenzamos 2010 con la celebración del Año Internacional de la Diversidad Biológica, y con una demanda que se hará más explícita a finales de año, en la Cumbre de la Biodiversidad en Japón: que los políticos aprendan de sus errores en materia climática y actúen en nombre de la naturaleza.
En España las librerías científicas se cuentan con los dedos de la mano. En los últimos años el sector no ha crecido demasiado, aunque sí la percepción social de que los contenidos científicos afectan a todos los campos de nuestra vida. Y el lectorado ávido de temas tecnológicos, médicos y medioambientales no deja de crecer. A pesar de la crisis económica, todavía surgen proyectos interesantes, divulgativos e interactivos que apuestan por la Ciencia.
Ente 1990 y 2005, se deforestaron 13 millones de hectáreas anuales en todo el planeta, lo que representa el 17% de las emisiones globales de CO2 al año. Por eso el nuevo acuerdo de Copenhague reconoce el papel crucial del Programa de Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los bosques (REDD). Stewart Maginnis, director del Grupo de Medio Ambiente y Desarrollo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), desgrana para SINC todo lo queda por hacer.
Todas las esperanzas de científicos, organizaciones sociales, y políticos estaban puestas en el interminable final de la XV Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP-15). Pero el acuerdo de Copenhague, tal y como se esperaba, no ha sido posible. A pesar de ser un progreso por la casi unánime aceptación del acuerdo entre países, el documento no satisface ni a la Unión Europea, más ambiciosa con sus objetivos globales de reducción de emisiones de CO2. Los científicos deberán ser más firmes en expresar que el cambio climático es, sin duda, una realidad.
Los últimos días de la Cumbre del Clima son decisivos para el establecimiento de un acuerdo común entre países cuyos jefes de Estado y ministros están ahora en el punto de mira del planeta. De aprobarse el ansiado compromiso global, organismos como la UNESCO lucharán con más intensidad por un estilo de vida sostenible y justo a través de la ciencia, la educación, la cultura y la ética. Así lo manifiesta a SINC Irina Bokova (Bulgaria, 1952), directora general de la UNESCO.