La investigadora francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer A. Doudna han sido galardonadas con el Premio Nobel de Química 2020 por el desarrollo de un método para editar el genoma: CRISPR/Cas9, una herramienta para reescribir el código de la vida que puede hacer realidad el sueño de curar enfermedades hereditarias.
Investigadores de Zaragoza han aislado por primera vez el fluoruro organometálico de plata (III). Demostrar su existencia ayudará a mejorar la síntesis de compuestos organofluorados, utilizados en multitud de medicamentos y agentes agroquímicos.
Algunos contaminantes que se usan en el aislamiento de cables, las carcasas de plástico, los paneles LCD y los tableros de circuitos de equipos eléctricos y electrónicos suponen un riesgo para la salud. Esta es la conclusión de un estudio con participación de investigadores del CSIC que ha evaluado la exposición de unos trabajadores de desmantelamiento de residuos electrónicos en Bangladesh.
A diferencia de la técnica de PCR que se utiliza para el diagnóstico de la COVID-19 y que tarda varias horas, los test rápidos son capaces de dar un resultado en 15 minutos. Entre ellos, se encuentran los que detectan proteínas del virus y los que reconocen los anticuerpos que genera el organismo para defenderse.
El testeo masivo es una de las recomendaciones de la OMS para controlar la pandemia de COVID-19, pero la capacidad para realizarlo es limitada. Las universidades cuentan con equipos y personal para contribuir a ese esfuerzo. Sus investigadores se han organizado para ponerse a disposición de las autoridades sanitarias.
Los test de PCR que se están utilizando para identificar la infección por coronavirus se emplean desde los años 80, son muy fiables y tardan unas horas en ofrecer resultados. Otro tipo de test más rápidos, los de anticuerpos, resultan útiles para saber si una persona infectada ha superado ya la enfermedad.
Este es el proceso de detección que se está empleando actualmente con la PCR.
Investigadores de la Universidad de Córdoba han diseñado un método que aplica disolventes supramoleculares ‘inteligentes’ para extraer sustancias antioxidantes y antimicrobianas de los desechos del café, de forma rápida y barata. El producto se podría usar para fabricar alimentos funcionales o productos farmaceúticos y cosméticos.
El agua se divide en hidrógeno y oxígeno mediante electrolisis, pero si además se añade CO2 a la mezcla se pueden generar compuestos para fabricar textiles, pañales y hasta bebidas espirituosas. Científicos norteamericanos, liderados por un español, han desarrollado un catalizador que acelera esta reacción, a la vez que retira un gas de efecto invernadero.
Un equipo internacional de investigadores, con participación de la Universidad de Granada, ha utilizado técnicas de big data para seleccionar un material óptimo para la captura de CO2 a partir de una biblioteca virtual de más de 300.000 materiales metalorgánicos. El resultado es un 'adsorbaforo' formado por dos anillos aromáticos capaz de encapsular una molécula de CO2 como si fuera un sándwich.