El inglés es el idioma ‘oficial’ de la comunidad científica. Sin embargo, esta situación monolingüista genera mucha controversia entre los investigadores. Así opina el investigador del CSIC José Antonio Berenguer Sánchez (Alicante, 1960), experto en el estudio del lenguaje, que, en los últimos días, ha sido nombrado presidente de la Sociedad Española de Lingüística (SEL).
El monolingüismo se da en la comunidad científica con el inglés.
Aquí tenemos la oposición de intereses contrapuestos entre los investigadores. Por una parte, la exigencia de difusión y visibilidad de nuestros resultados nos obliga, incluso explícitamente por parte de los gestores científicos, a la publicación en inglés. Esto provoca un empleo masivo de este idioma, a menudo de una especie de ‘koiné’ científica con la que se trata de alcanzar un impacto mayor.
Entonces el inglés llegó para quedarse…
Por un lado, somos conscientes de que la publicación en inglés favorece la difusión de nuestros trabajos. Pero por otro, si nos volcamos en ella, podemos perder los logros obtenidos en el reconocimiento del español. Creo que resulta llamativo que, al menos en algunas áreas científicas, cuando una publicación en español contiene datos e ideas novedosas e importantes, es también conocida y citada por los especialistas en el ámbito internacional.
¿Cuál es la actitud de los científicos?
Muchos investigadores también han intentado elevar su propia lengua a la categoría de lengua científica, mediante su reconocimiento en revistas internacionales de prestigio. Esta labor ha resultado difícil, pero en algunas áreas se han obtenido logros importantes y se han admitido artículos en español en publicaciones reconocidas.
¿Qué se hace mal entonces?
A veces pienso si no estamos nosotros mismos atentando contra el prestigio científico de nuestra lengua. Al fin y al cabo, al igual que nosotros leemos habitualmente publicaciones en inglés, francés o alemán, los investigadores extranjeros también suelen leer publicaciones en lenguas diferentes a las suyas, incluidos los investigadores que tienen el inglés como lengua nativa.
Pero el monolingüismo también conlleva carencias en la terminología científica no inglesa…
Cuando se escribe o habla en castellano, se recurre constantemente al calco o simplemente al préstamo del inglés. La rapidez con la que se aspira a publicar favorece esta situación. Quizá quepa preguntarse si es real y razonable que la difusión científica de los trabajos españoles tenga que ser en inglés, en detrimento del uso del español como lengua científica. Parece que, de momento, la respuesta adoptada por nuestros gestores y un número creciente de investigadores es afirmativa.
Mientras muchos centros académicos defienden el bilingüismo en las aulas, Ucrania también se decanta por el monolingüismo…
Toda situación bilingüe es, en principio, enriquecedora y deseable, y lo deseable es que ambas lenguas puedan coexistir sin que una corra el peligro de desaparición frente a la otra. Pero esto es una situación muy difícil de alcanzar y articular.
¿Qué conlleva esta dificultad?
Los problemas surgen al plantearse en qué medida hay que tener en cuenta el número de hablantes de una y otra lengua, la articulación de la conservación de una de ellas con los derechos individuales en el ámbito de la educación, el papel y derecho de los gobiernos para establecer esas regulaciones, etc. Las opiniones son diversas, por lo que más estudios son imprescindibles para valorar las medidas que se adoptan.
Como nuevo presidente de la Sociedad Española de Lingüística (SEL), ¿qué valoración hace de sus 40 años de trayectoria?
Muy positiva. En el mundo académico actual, cada vez más enfocado a la especialización, resulta llamativa la existencia de una sociedad de carácter general y multidisciplinar, que intenta agrupar sin limitaciones a estudiosos que trabajan en todos los dominios del lenguaje y de las lenguas.
¿Y qué objetivos se plantea de cara al futuro?
Probablemente el próximo mes de marzo, y de acuerdo con nuestra preocupación por dar respuesta a cualquier inquietud lingüística, estamos programando un seminario sobre la Nueva ortografía de la lengua española. También trabajamos en la preparación del próximo simposio, que se celebrará en febrero de 2012 en la Universidad de Valencia.
Por último, ¿cómo ve al lingüista del siglo XXI?
La situación del lingüista ante los retos científicos que se le plantean es compleja, como el objeto mismo de su estudio, pero también apasionante. Se debe potenciar el desarrollo de trabajos inter o multidisciplinares. Para ello es necesario contar con la labor no sólo de los lingüistas, sino también de investigadores o profesionales de otros campos. Se trata de buscar una colaboración real y efectiva, sin prejuicios.