Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes

"No creo en la división entre cultura y ciencia"

El Instituto Cervantes cumple 20 años convertido en el gran pregonero del español, su cultura y ciencia en el mundo. A través de sus 78 centros se sigue día a día el estado de un idioma que hablan 500 millones de personas, segunda lengua de comunicación internacional y tercera en internet.

Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes
Carmen Caffarel. Imagen: Instituto Cervantes

Podemos hablar de una misión cumplida.

En estos 20 años hemos contribuido a la difusión del español como un idioma interesante para ser estudiado porque hemos hecho atractiva la docencia y la cultura que rodea al Instituto. Somos unos buenos observadores para saber cuál es el estado de salud de nuestro idioma. En lugares donde no estamos, embajadores, el gobierno español y los gobiernos de esos países nos demandan la presencia del Instituto. Incluso en países donde ya estamos nos piden abrir otros centros. Somos un buen termómetro para pulsar el momento dulce del español y lo que podemos verificar es que la imagen del español y de la cultura en español contribuye muy positivamente a la imagen de este país.

Además de seguir expandiendo el español a través de internet y con más sedes por el mundo (la he oído citar recientemente el África subsahariana, por ejemplo), la calidad del español y de la cultura en español es un reto para los próximos años.

Claro. No sólo cantidad sino calidad. Es la clave de nuestro éxito. Estamos absolutamente convencidos de que somos los mejores enseñando español como lengua extranjera. Los profesores están muy bien formados y estamos en unos estándares de calidad altísimos junto a nuestros homólogos del British Council, el Goethe Institute, etc. La cultura que nosotros mostramos es siempre puntera y muy plural. Y debe cumplir un mínimo de calidad que no dejamos que decaiga porque creemos que la cultura es un eslabón para la diplomacia pública y social.

En Estados Unidos, en el año 2050, el español será la lengua más hablada. ¿Será una extensión del spanglish?

No será una extensión del spanglish porque este no es un idioma. Es un extravío pasajero de alguien que está adquiriendo la competencia lingüística en el inglés o en el español –aunque esto es más raro-. Es una mezcla que todos rechazamos porque supone no hablar bien ninguna de las dos lenguas.

¿Qué proyectos tiene el Instituto en Estados Unidos?

Según un informe que hicimos hace dos años sobre el español en Estados Unidos, se está incrementando el estudio del español reglado. En el ámbito universitario estamos hablando de entre ochocientas y novecientas mil matriculaciones de Filología Hispánica frente a las doscientas mil del francés o alemán. ¿Por qué se está estudiando tanto? La minoría hispanohablante es la que más aporta al PIB de Estados Unidos, es una minoría potente desde el punto de vista económico y desde el punto de vista político está empezando a tener un peso específico. Se tiene la certeza de que hablando bien los dos idiomas se tiene más capacidad para obtener y mejorar en el trabajo. Incluso manejamos datos económicos: quien habla bien inglés y español puede cobrar entre 7000 y 8000 dólares más al año, que quien sólo habla inglés.

Entonces, usted cree que a los norteamericanos nos les preocupa la expansión del español en Estados Unidos.

No, creo que no. Observamos ahora cómo en las campañas políticas se está atento a la minoría hispana porque se busca el voto pero, insisto, también por su representación en el mundo de la empresa y de los negocios. Fíjese cómo en el campo de las industrias audiovisuales, cantantes, actores y directivos de medios de comunicación hispanohablantes hacen gala de ello, hace años ocultaban esas raíces; hoy día no. Estados Unidos es perfectamente consciente de que, con el tiempo, va a ser un país bilingüe. De hecho, en algunos estados ya lo es.

No sé si se puede hablar de una división entre cultura y ciencia.

No creo en esa división.

¿Qué interesa más de España: su cultura o su ciencia?

El Instituto Cervantes tiene como línea estratégica la cultura científica y con mucho éxito. Cuando vas fuera y enseñas lo que somos capaces de hacer en el Instituto Astrofísico de Canarias, Atapuerca o en avances bioquímicos… España es muy buena en algunos ámbitos. Otra cosa es que algunas personas no tengan los medios para seguir desarrollando su investigación. Partimos de la base de que también hay cultura científica.

Y la ciencia habla inglés.

Nosotros tenemos un reto. La ciencia habla inglés pero hay que decirle a la sociedad, en español, en qué utilizan los científicos la inversión pública, lo que se llama la transferencia del conocimiento. Nosotros trabajamos en los dos ámbitos. No le engaño que lo que podríamos llamar la cultura tradicional tiene más peso pero dos de nuestras líneas de trabajo son el español en Internet y el español en la ciencia. En Internet estamos un poco mejor pero en la ciencia nos queda mucho por avanzar.

Se ha excluido al español del registro de patentes de Bruselas. Al parecer por el bajo número de solicitudes. ¿Es una alarma o una anécdota?

Ninguna de las dos palabras me gusta… Podría ser una alarma en el sentido de que no hayamos sabido explicar bien la importancia real que tiene nuestro idioma. La presencia de los idiomas se evalúa en función del número de habitantes y en ese sentido estamos al nivel de Polonia o Italia, frente a los alemanes que son más. Pero tenemos que hacer hincapié, y nosotros lo estamos haciendo a través de las sedes en Bruselas y en el resto de los países de la UE y trabajando con el secretario de Estado para la Unión Europea, en que nuestro idioma recoge además a casi cinco millones de personas que están viviendo en la Europa no hispanohablante y que el español es un puente para todo un continente. América –y no sólo Hispanoamérica- cada vez habla más español.

En la ley de patentes es verdad que se ha hecho hincapié en el número de solicitudes. Eso ya no depende de nosotros sino de otros ministerios. Tenemos que trabajar juntos. Paradójicamente, el valor del español es el que es en el mundo (segundo idioma de comunicación internacional, segundo como lengua materna, el más estudiado después del inglés), pero en Europa, por esa tradición del francés como lenguaje diplomático y el alemán de las empresas, no tenemos el peso que deberíamos tener.

¿La batalla del español está en las humanidades?

El año pasado hicimos un estudio sobre el español en la ciencia y nos dimos cuenta de que hay muchas variables que hay que analizar poco a poco. Si la ciencia habla inglés, debemos tener las herramientas para difundir los avances científicos a una comunidad de casi 500 millones de hispanohablantes: reforzar la calidad de las revistas científicas, intentar que entren en el circuito de las indexadas, etc. Lo cierto es que, desde el punto de vista lingüístico es mucho más preciso el español que el inglés. En este estudio que le comento se hablaba de que, ante la necesidad de designar nuevas realidades e investigaciones, el español es una lengua que lo permite con una precisión increíble, entre otras cosas, porque la mayoría de los términos científicos vienen del latín, que es nuestra lengua madre, no así del inglés. Yo creo que hay otras razones, que no sé si me competen como directora del Cervantes. Pero como académica, que lo soy, todos sabemos quiénes están detrás de las revistas indexadas y eso nos ha perjudicado a quienes nos expresamos en español.

En esa línea de trabajo supongo que se enmarca el acuerdo con la Real Academia de Ciencias.

Sí. Y también el que tenemos con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y con la Fundación Atapuerca. Se trata de ofrecer las 78 ventanas que tenemos en el mundo para que cuenten en países no hispanohablantes qué hacen los científicos españoles, que viven, ríen, lloran, piensan e investigan en español, aunque luego publican en inglés. Las charlas que hacemos en torno al universo o los avances en el cáncer de mama, por ejemplo, gozan del beneplácito del público, si nos atenemos al número de asistentes. Es bueno que se sepa que en España hay muy buenas investigaciones en muchos ámbitos y que, no en todos, pero en algunos somos punteros. Esos convenios nos ayudan a detectar quiénes son los mejores, temas destacados y grupos de investigación.

Parece lógico pensar que las editoriales universitarias deberían contribuir a ese proyecto de difusión de la ciencia en español. ¿Qué papel deberían tener?

Tenemos probablemente la mejor biblioteca en español en el mundo, toda vez que cada biblioteca del Cervantes es particular en sí misma pero todas ellas forman una biblioteca única, de préstamo único. Un usuario que está en Berlín si necesita un documento que está en Pekín lo va a tener a los dos días. Hemos firmado también un convenio con las editoriales universitarias para que las publicaciones científicas estén en nuestras bibliotecas, lo que les dará mayor difusión y permitirá a las personas que viven en esos países, que trabajan en universidades y están en grupos de investigación, acceder a ellas de forma más cómoda.

La UNE y el Instituto Cervantes tienen firmado un Convenio de colaboración y hace pocos días se han reunido para impulsarlo. ¿Qué es lo que más le interesa al Instituto Cervantes de esta cooperación?

Mostrar al mundo no hispanohablante la ciencia que se hace en España, que las publicaciones universitarias puedan dialogar con sus homólogas de los países que nos acogen y que sean vehículos de diálogo de equipos de investigación.

Como docente y gestora universitaria, conocedora del papel de las editoriales universitarias, ¿diría usted que éstas cumplen su misión de difusión del conocimiento que se produce en los campus universitarios españoles?

Sí. No todas, pero se ha ido mejorando muchísimo. Cada vez son más rigurosas, más serias, cumplen los requisitos y en ese camino hay que seguir avanzando.

¿Cuáles cree que son los desafíos de estas editoriales en la sociedad del conocimiento y del desarrollo tecnológico?

Por un lado, acomodarse a las nuevas realidades. Seguimos empeñados en hacer publicaciones en papel y las nuevas tecnologías nos permiten mayor flexibilidad. Por otro, los trabajos que se publiquen deben ser referentes en su ámbito científico.

Las universidades españolas están representadas en el Patronato del Instituto y son las destinatarias de gran número de estudiantes de otros países. ¿Qué imagen hay de nuestras universidades en el exterior?

Muy buena. A veces nos flagelamos y pensamos que somos mucho peores de lo que somos. Hay universidades españolas que están muy bien posicionadas. Cuando los periódicos publican esos ránkings de universidades en los que no aparecemos habría que saber por qué parámetros se pregunta y si una de las primeras cuestiones es saber cuánto cuesta la matrícula, como en España el sistema es más barato que en otros países, bajamos; las más caras están las primeras. Determinadas universidades y en determinados ámbitos científicos somos reclamados fuera como personas que hemos adquirido unas competencias pertinentes, con capacidad de investigación y con capacidad de trabajar en equipo. La Universidad está bien posicionada, lo cual no significa que no se deba seguir trabajando en ello y desde luego se está trabajando.

Cuando llegó al Instituto Cervantes dijo usted que el español se vendía solo. ¿Ha afectado la crisis al interés por nuestra lengua?

Ha afectado la crisis a nuestro presupuesto pero hemos incrementado el número de estudiantes que se acercan a estudiar español y quieren obtener el diploma DELE. Hemos tenido un incremento de ingresos por matrículas con respecto a años anteriores. La explicación que nos han dado nuestros estudiantes es que consideran que en época de crisis el español es un elemento necesario para su mejora personal y profesional. El español hace más competitivo el currículum.

¿En qué zonas del mundo se ha incrementado el interés por nuestra lengua y cultura?

Estamos acusando cierta incertidumbre en el número de matrículas en la cuenca del Mediterráneo y Oriente Próximo, por razones que no se le escapan a nadie, pero hay dos lugares emblemáticos en los que se ha incrementado: Brasil, como consecuencia de la aplicación de la ley Lula por la que el español pasa a formar parte de las enseñanzas primarias y medias; y Asia, donde tenemos una presencia aún incipiente y que está aprendiendo español como consecuencia de las relaciones comerciales que mantiene con el continente americano. En China, Japón y Filipinas las matrículas se están incrementando día a día.

La tercera lengua de internet es el español ¿Es una aliada o una amenaza?

Una aliada. Estamos verificando que cada vez hay más peticiones de páginas. Si todos los hispanohablantes que hay en el mundo tuvieran la renta per cápita y el acceso a las nuevas tecnologías que tiene los anglosajones, Internet en español se dispararía. Pero dejando a un lado la brecha económica y cultural, nosotros tenemos que contribuir a que las páginas accesibles en español sean cada vez mejores y más interesantes para el aprendizaje de la lengua. Internet es una herramienta insustituible porque permite llegar donde no se puede presencialmente. Para nosotros es una aliada fantástica. El Instituto Cervantes se ha consolidado como el gran portal del español y su cultura en la Red (www.cervantes.es). Gracias a sus innumerables páginas, a nuestro gran centro virtual (el Centro Virtual Cervantes, cvc.cervantes.es), nuestro canal de televisión por internet (cervantestv.es), etc. podemos llegar allí donde presencialmente no podemos hacerlo.

Fuente: UNE
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