Gustavo A. Schwartz, del Centro de Física de Materiales

“Se está dejando de lado la divulgación de la parte emocional de la ciencia”

El investigador Gustavo A. Schwartz, del Centro de Física de Materiales (CSIC-UPV/EHU) echa en falta el lado más pasional en la divulgación científica. Interesado en explorar las fronteras entre diferentes disciplinas, este físico cree en la necesidad de derribar las barreras que separan los distintos saberes para avanzar en el conocimiento. En respuesta a esta filosofía impulsa desde 2010 el proyecto Mestizajes, que investiga las conexiones entre ciencia y literatura, y un blog en el que las referencias a Poe, Borges o Cortázar se mezclan con otras sobre neurociencia, memoria o matemáticas.

Gustavo Ariel Schwartz
El investigador Gustavo Ariel Schwartz. / CSIC

¿En qué consiste su trabajo en el Centro de Física de Materiales?

Investigo en el área de materia condensada blanda, sobre todo con polímeros. Actualmente trabajo con cauchos cargados con nanopartículas de sílice o de negro de humo [conjunto de pigmentos negros basados en el carbono]. Estos materiales se usan, por ejemplo, en los neumáticos de coches. Hay un camino que va desde la ciencia básica hasta la aplicación en tecnología. Todo es parte de lo mismo.

¿Se dedica más a la parte básica o a los desarrollos prácticos?

Estoy implicado en distintas etapas del trabajo. Aquí hacemos investigación básica, pero trabajamos también en colaboración con industrias de neumáticos. No nos encargamos de aplicar los conocimientos científicos a la tecnología, aunque de algún modo estamos involucrados en el proceso. Digamos que hacemos investigación básica en materiales que luego van a tener una aplicación industrial.

En su blog también dice que integra el arte, la ciencia y el humanismo...

Soy como el doctor Jekyll y Mr Hyde. Desarrollo dos líneas de trabajo en paralelo. Por un lado la investigación científica más ‘ortodoxa’ y por otro el programa Mestizajes, que ya tiene cuatro años y busca esa integración entre ámbitos como la literatura y la ciencia.

"Problemas relacionados con la percepción se pueden abordar desde perspectivas como la literatura"

Más que divulgar ciencia, ¿Mestizajes reflejaría su idea de que es necesario derribar esas barreras entre diferentes ámbitos del conocimiento?

Exactamente. El objetivo fundamental está centrado en la investigación y en demostrar que esta puede ser más fructífera si integramos diferentes ámbitos del conocimiento. Estamos acostumbrados a que la ciencia, el arte y la literatura pertenecen a mundos separados, estancos, y no es así. Esas fronteras arbitrarias las hemos heredado de la modernidad y dificultan el avance en ciertas áreas del conocimiento.

Señala en su blog que la transdisciplinariedad permitiría afrontar problemas "hasta hoy inimaginables”. ¿A qué se refiere?

Hay un área en el que esta transdisciplinariedad es más evidente y fructífera a corto plazo: todo lo que tiene que ver con las ciencias cognitivas y el funcionamiento del cerebro. Por ejemplo, problemas relacionados con la memoria o la percepción se pueden abordar desde diferentes perspectivas, incluso desde la literatura. El tema de la percepción es fundamental también en el arte. Si lo abordamos solo desde la neurociencia o la fisiología, obtendremos una visión muy parcial. Pero a través de esa integración es posible lograr una comprensión más profunda.

Dentro de Mestizajes, ¿en qué se materializa ese transitar las fronteras entre arte, ciencia y humanismo?

El proyecto surge en el contexto del Donostia International Physics Center, en San Sebastián, con la idea de integrar la ciencia con otras formas de conocimiento. En 2011 organizamos un encuentro internacional sobre literatura y ciencia. Y en 2012 lanzamos el programa Escritores en Residencia, en el que trajimos a un escritor a nuestro centro para que durante seis meses investigara, junto a científicos, las fronteras entre literatura y ciencia. El candidato elegido fue el escritor Eduardo Berti, que no tenía ninguna formación científica. A raíz de su estancia exploramos esas fronteras y escribimos un artículo que va a publicarse en la revista Arbor del CSIC.

¿Algún ejemplo?

Por ejemplo, vimos cómo a principios del siglo XX Virginia Wolf desde la literatura y Freud desde la medicina de algún modo se estaban haciendo las mismas preguntas acerca del funcionamiento del inconsciente. O cómo en esa época la literatura comienza a abandonar el narrador omnisciente, esa especie de dios que lo sabe todo, y simultáneamente la física, con la teoría de la relatividad, abandona el sistema de referencia absoluto. Esos paralelismos hacen pensar que el desarrollo de la cultura no se da solamente en el arte, la literatura o la ciencia, sino que las diferentes disciplinas avanzan como un todo aunque luego pongamos esos tabiques.

¿Cuáles son las causas de esa división?

La división entre las disciplinas es una consecuencia de la especialización del conocimiento. Hace dos siglos tanto la cantidad de conocimiento como el nivel de especialización no eran tan altos como hoy. Entonces no era raro que un poeta como Poe supiera de astronomía. En la medida en que aumenta el caudal de conocimiento y van apareciendo diferentes especialidades, es imposible que una misma persona abarque todas las áreas. Eso lleva necesariamente a la especialización. Es un camino de algún modo lógico y hasta necesario, pero esa división debería complementarse con tender puentes entre disciplinas y explorar las fronteras entre ellas. No es o la especialización o el conocimiento total, sino una combinación de ambas cosas.

En ese transitar entre las fronteras de diferentes disciplinas, ¿hay alguien que sea un referente para usted?

El estereotipo canónico sería Leonardo da Vinci, pero pertenece a una época en la que el conocimiento no estaba ni tan extendido ni tan especializado. En nuestros días un ejemplo, que además conozco personalmente, es Roald Hoffmann, premio Nobel de Química pero que también se dedica a escribir poesía e incluso obras de teatro. Es un gran ejemplo de cómo se puede alcanzar cierto grado de excelencia en distintas disciplinas. Hay personas que muestran interés por desarrollar su actividad profesional en diferentes ámbitos, pero muchas veces el sistema actual de evaluación y promoción no premia esta diversificación, más bien la penaliza.

¿Se refieres al sistema de evaluación en ciencia o hablas en sentido más amplio?

Me refería al sistema en general. En ciencia por ejemplo no se evalúa positivamente que una persona se dedique a hacer divulgación o a incursionar en territorios híbridos. Eso, a la hora de evaluar la carrera de un científico, incluso se ve con malos ojos, lo que puede retraer a gente que podría estar interesada en explorar otras formas de conocimiento.

¿Considera entonces que en España no está muy valorada en la carrera investigadora?

Hasta donde yo sé, no se dan más puntos a los investigadores por dedicarse a actividades de divulgación. Eso es un fallo importante, porque se deja la divulgación en manos de periodistas y la ausencia de una comprensión profunda de determinados temas lleva a errores.

"La ecuación acertada en divulgación es el trabajo conjunto entre científicos y periodistas"

¿Cree que la divulgación de la ciencia tiene que estar sobre todo en manos de los científicos?

No. Haciendo honor a la idea de Mestizajes, creo que no debe estar en manos de unos o de otros por separado. Los científicos pueden tener una comprensión cabal de los temas sobre los que trabajan, pero no por eso tienen que saber cómo divulgarlos. Los periodistas pueden ser muy buenos comunicadores pero muchas veces no tienen una comprensión profunda de los temas científicos. La ecuación acertada es el trabajo conjunto.

¿Cuánta importancia otorga a trasladar el conocimiento científico a la sociedad?

Se hace mucho énfasis en la divulgación de los contenidos científicos, pero se da mucha menos importancia a tratar de despertar vocaciones y pasiones por la ciencia. Más del 90% de la divulgación se centra en divulgar los contenidos. Creo que se está dejando de lado algo muy importante: la divulgación de la parte emocional de la ciencia. Los políticos y los publicistas entienden esto muy bien. Por ejemplo, los publicistas saben que no van a vender un coche de última generación explicando cómo funciona, sino apelando a las emociones con eslóganes como ‘te gusta conducir’, porque somos eso, seres emocionales. Lo mismo pasa con los políticos. Lamentablemente no consiguen votos vendiendo sus ideas racionalmente; juegan con las emociones y, nos guste o no, la mayoría de la gente vota o con las emociones o con el bolsillo.

¿Cuesta entender esto?

Sí, sobre todo a los científicos. Pretendemos divulgar desde lo racional. Por ejemplo, el tercer gran evento de Mestizajes fue una obra de teatro que escribimos la escritora donostiarra Luisa Etxenike y yo. Aunque no nos proponíamos hacer divulgación de la ciencia, mucha gente percibió que la obra sí hacía divulgación de las pasiones que se juegan a diario en el trabajo científico. La obra se titula La entrevista y lleva a escena el lado más humano de la ciencia. Los protagonistas son dos científicos que hablan de traiciones, lealtades, engaños, amistad... Las pasiones humanas que están presentes en cualquier ámbito laboral. Mucha gente me dijo que la obra le había despertado curiosidad hacia la ciencia.

¿Pero no es contradictorio fomentar el lado emocional cuando lo criticamos en la política, en lugar de activar la reflexión entre la ciudadanía?

Deben estar los dos componentes. No digo que no haya que divulgar contenidos, sino que eso tiene que ir acompañado de una intención de despertar la curiosidad, la vocación. Hay un caso muy paradigmático de los años 80 que ahora se está reeditando en la televisión, la serie Cosmos. La original, de Carl Sagan, hacía eso, y yo diría que muchos científicos de mi generación hicimos ciencia por esa serie, porque transmitía una pasión por conocer. Presentaba la ciencia como una aventura sin perder rigor.

¿Todos los investigadores deben dedicar una parte de su tiempo a divulgar sus conocimientos?

No lo creo. Tiene que dedicarse a divulgar aquella persona que quiera. Hay excelentes investigadores que son malos divulgadores y docentes, y al revés. Cada uno tiene que hacer lo que mejor sepa hacer. Estoy de acuerdo con que es necesaria un sistema a nivel nacional que facilite e incentive la divulgación, pero eso no significa que todos deban divulgar, sino que aquel que quiera hacerlo debe saber que tiene una estructura detrás para ello y que su trabajo va a ser reconocido. De ninguna manera lo veo como algo obligatorio.

"Carl Sagan transmitía una pasión por conocer, presentando la ciencia como una aventura sin perder rigor"

¿Considera que la sociedad española sufre cierto retraso en cultura científica respecto a otros países?

Coincido absolutamente con ese planteamiento. La presencia de la ciencia en la cultura y el imaginario español es muy escasa. Yo puedo hacer una comparación con EE UU. Normalmente el cine y la televisión reflejan la idiosincrasia de una sociedad. Cuando uno ve películas o series de televisión estadounidenses comprueba que la ciencia y la universidad están muy presentes. Eso no sucede en el cine y las series españolas. Se nota que aquí la ciencia no tiene una presencia fuerte en el imaginario colectivo. Hay tímidos intentos de revertir esta situación. La obra de teatro de la que hablaba antes es una propuesta en este sentido, y en noviembre de este año habrá otro encuentro sobre literatura y ciencia...

Ahora que se tiende a la aplicación inmediata, ¿es fácil explicar a la ciudadanía que apostar por la ciencia es beneficioso para la sociedad?

Este es un problema bastante serio a la hora de difundir los resultados de la ciencia. Vivimos en una sociedad cada vez más pragmática y cortoplacista, y la ciencia casi nunca da resultados a corto plazo. Por eso es complicado convencer al ciudadano de que una investigación que se está haciendo hoy puede mejorar la calidad de vida dentro de 20 años. El problema es que los resultados científicos tienen que competir con otros parámetros sociales... Muchas veces se hace hincapié en los resultados inmediatos de la ciencia y se intentan vender soluciones milagrosas. Eso a la larga creo que puede ir en detrimento de la ciencia.

¿Desde dónde se hace eso: los medios de comunicación, a los políticos o a ambos?

Creo que es un poco culpa de todos, incluso también de los científicos. Es muy frecuente ver titulares como "Se halló la cura para el cáncer de no sé qué", cuando en realidad se trata de un pequeño avance. Pero si la noticia no se ‘vende’ así, al ciudadano de a pie le da igual. Es un proceso tan lento que es difícil que la gente, acostumbrada por los medios de comunicación y por la forma de hacer política a los resultados inmediatos, se interese por estos temas.

Y si se trata de divulgar la ciencia básica la cosa se complica aún más...

Voy a poner un ejemplo ilustrativo. En los años 20 y 30 del siglo pasado, cuando Bohr, Einstein y Schrödinger, de algún modo los fundadores de la física cuántica, se reunían para debatir cuestiones relacionadas con esta disciplina, que empezaba entonces a comprenderse, mucha gente e incluso colegas los criticaban diciendo que estaban discutiendo cuestiones esotéricas que no servían para nada. Hoy toda la industria electrónica se basa en la física cuántica y yo diría que cerca de un tercio del PIB mundial se sustenta en esta rama del conocimiento.

Fuente: CSIC
Derechos: Creative Commons
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