Algunos dinosaurios no eran tan carnívoros como se pensaba

Un estudio, que se publica en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha utilizado análisis estadísticos para determinar la dieta de 90 especies de dinosaurios terópodos. Los resultados demuestran que los celurosaurios, los que se parecían a las aves entre los que se encuentran el Tyrannosaurus rex, se alimentaban de plantas de forma habitual.

Algunos dinosaurios no eran tan carnívoros como se pensaba
La mayoría de dinosaurios parecidos a las aves, los celurosaurios, se alimentaban de plantas. Ilustración: Dennis Finnin y Roderick Mickens / Museo Americano de Historia Natural.

Científicos del Museo Field de Historia Natural en Chicago (EE UU) han desafiado la visión tradicional de que casi todos los terópodos eran cazadores, especialmente los más cercanos a los ancestros de las aves.

“La mayor parte de los terópodos se adaptan claramente a un estilo de vida depredador; sin embargo, en algún punto de la línea de las aves, los dinosaurios predadores se ablandaron”, afirma Lindsay Zanno, autora principal del estudio que se publica en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) e investigadora en el Museo Field.

Los investigadores utilizaron análisis estadísticos para determinar la dieta de 90 especies de dinosaurios terópodos (grupo de dinosaurios bípedos), entre los que se encuentra el subgrupo llamado celurosaurios (como el tiranosaurio y el velocirrápto), que tenían plumas y eran muy inteligentes.

Determinar la dieta de los dinosaurios

La tarea de determinar el tipo de alimentación de los dinosaurios no es siempre tarea fácil porque los paleontólogos solo disponen de huesos y dientes fosilizados. Aunque a veces resulta bastante obvio averiguarlo en función de los restos fósiles, muchos dinosaurios celurosaurios presentan adaptaciones más ambiguas, como dientes con forma de clavija en la parte delantera de la boca o ni un solo diente, por lo que determinar su dieta ha sido un reto.

“Estos peculiares dinosaurios han dado lugar a una gran cantidad de especulaciones, pero, hasta la fecha, no hemos podido decantarnos con seguridad entre las distintas teorías que existen acerca de su alimentación”, señala Peter Makovicky, coautor del estudio e también investigador en el Museo Field.

No obstante, un pequeño porcentaje de estas especies también conserva una evidencia clara de su dieta en sus restos óseos. El hallazgo de marcas de dientes, contenido de estómagos y excrementos de dinosaurio fosilizados, la presencia de piedras en el estómago que actuaban como molino gástrico para digerir la vegetación e incluso los fósiles de dos especies en pleno combate proporcionan una ventana directa a la dieta de estos animales.

Tras recopilar datos alimenticios de casi un centenar de especies de celurosaurios, Zanno y Makovicky utilizaron análisis estadísticos para comprobar si algunos rasgos óseos (como la pérdida de dientes o un cuello largo) podían corresponderse con una evidencia directa de alimentación herbívora entre los dinosaurios celurosaurios.

El equipo de investigación encontró casi 24 características anatómicas vinculadas estadísticamente con una evidencia directa de herbivoría, incluido un pico sin dientes. “Tras asociar ciertas adaptaciones con evidencias directas de la dieta, buscamos qué otras especies de terópodos presentaban las mismas características, así, podíamos deducir qué especie se alimentaba probablemente de plantas y cuál no”, apunta Zanno.

Al aplicar los datos recopilados sobre la dieta, los investigadores concluyeron que 44 especies de terópodos distribuidas en seis linajes principales se alimentaban de plantas y que los ancestros de la mayor parte de los dinosaurios con plumas y pájaros modernos habían dejado de alimentarse únicamente de carne.

Dado que la alimentación herbívora resultó estar tan extendida entre los celurosaurios, los hábitos hipercarnívoros del T. rex y otros celurosaurios comedores de carne como el velocirráptor se deben ver “más como una excepción que como la regla”, declara Zanno.

“Es hora de empezar a ver estos animales en un nuevo contexto evolutivo”, manifiesta Zanno. Los hallazgos de la investigadora también sugieren que algunos depredadores emblemáticos como el velocirráptor, y sus parientes cercanos evolucionarían a partir de ancestros omnívoros, una idea que Zanno propuso en 2009 en base al descubrimiento de un nuevo celurosaurio herbívoro, el Nothronychus graffami.

Fuente: SINC
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