Convertir los residuos extraídos en una operación de cataratas en muestras de estudio permite saber si péptidos como la molécula Beta-amiloide, que favorece la aparición de la enfermedad de Alzheimer, están presentes en el paciente. La investigadora Celia Sánchez-Ramos, candidata a los Premios Príncipe de Asturias, es la inventora del método, presentado hoy en Madrid.
“Nuestro trabajo consiste en darle una doble aplicación al desecho del cristalino obtenido en una operación de cataratas: lo usamos para buscar aquel biomarcador que se sabe que es un detonante del alzhéimer”, explica a SINC Celia Sánchez-Ramos, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid e inventora del nuevo método de detección de esta enfermedad neurodegenerativa en personas vivas a través de los ojos.
El desecho del cristalino se somete a un proceso de centrifugación para obtener el contenido a analizar. De este se extraen, mediante técnicas ya existentes, trozos de proteínas (péptidos) asociadas a la aparición de la enfermedad de Alzheimer –como la molécula Beta-amiloide–, para ver si están presentes o no en la muestra.
“Si lo están, significa que hay indicios de que también están en el cerebro, lo que explica por qué el metabolismo no funciona bien”, señala la especialista. Hasta ahora se han examinado cerca de 30 muestras, en la mitad de las cuales se confirmaron indicios de demencia. Según Sánchez-Ramos, la investigación, iniciada en 2009, podría finalizar dentro de “dos o tres años”.
Respecto al uso posterior que se haga de la nueva técnica, la experta reconoce que todo dependerá de los pacientes y de las administraciones públicas: “Nuestro trabajo consiste en poner al mercado un producto que se pueda comercializar; el cómo se implemente recae sobre la administración”.
Detección premortem y ex vivo
En la actualidad, el único método de diagnóstico fiable del alzhéimer es el análisis del tejido cerebral del paciente tras su muerte. Con la nueva técnica de detección, se podrá aplicar un tratamiento precoz contra la enfermedad y conocer el estado de la patología durante la vida del paciente: “Es una prueba no invasiva, ex vivo –externa al individuo– y hecha en personas vivas –premortem–”, destaca Sánchez-Ramos.
Desde la Asociación Nacional de Alzheimer, AFALcontigo, valoran muy positivamente el estudio de este nuevo método: “Conseguir frenar la enfermedad sería una solución muy buena para enfermos y familias, ya que el alzhéimer es una catástrofe social, económica y sanitaria que supone un gasto de 30.000 euros por enfermo al año”, apunta Maria Jesús Morala, portavoz de la asociación.