El consumo de caracoles se generalizó a finales del Pleistoceno (hace unos 20.000 años), siendo muy frecuente durante el Holoceno inicial (hace sobre 11.600-8.900 años). Sin embargo, no se conocía con certeza cuándo y cómo fueron incorporados en la dieta humana. Los recientes descubrimientos en la Cova de la Barriada han aportado pruebas irrefutables sobre la selección, preparación y consumo alimenticio de los caracoles terrestres durante el periodo Gravetiense.
Hace sobre 30.000 años, a principios del Paleolítico Superior, durante el periodo Gravetiense, los Homo sapiens que vivían en la región mediterránea de la península ibérica incorporaron en su dieta los caracoles terrestres.
El empleo de este recurso alimenticio fue aquí unos 10.000 años anterior al documentado en el Norte de África y el resto de Europa. Así se desprende del estudio de los restos fósiles de la especie Iberus alonensis, conocida popularmente como caracol serrano, hallados en la Cova de la Barriada (Benidorm, provincia de Alicante), un yacimiento paleolítico investigado por el Instituto Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social (IPHES).
El trabajo se da a conocer en la revista PLoS ONE, que tiene como firmante principal al arqueólogo Javier Fernández-López de Pablo, investigador de dicho instituto.
Los humanos de Cova de la Barriada incluían los caracoles terrestres en su dieta hace sobre 30.000 años. Los autores de la investigación han llegado a esta conclusión tras analizar los patrones de selección de este molusco, el consumo y su acumulación en el yacimiento, así como los restos de conchas, su proceso de fosilización, la composición y edad de los mismos.
El equipo científico observó agrupaciones de conchas completas de dicha especie de caracoles en tres capas del yacimiento, en un intervalo cronológico de 31.000 a 26.900 años. Los caracoles adultos se encontraron cerca y en el interior de hogares prehistóricos utilizados para cocinarlos, junto con herramientas de piedra y otros restos de animales. Los hogares estaban alimentados de leña de pino y enebro, y los caracoles fueron asados en las brasas a una temperatura inferior a 375 ºC.
Javier Fernández-López de Pablo comenta: “Este comportamiento se corresponde a patrones desconocidos hasta ahora sobre el uso de invertebrados y puede significar una ampliación de la dieta humana durante los inicios del Paleolítico superior en la cuenca mediterránea”.
El mismo investigador ha destacado que el caracol terrestre fue objeto de una estrategia de explotación sostenible, consistente en la selección de individuos adultos, a lo largo de más de 4.000 años de ocupación de la Cova de la Barriada.
Asimismo, ha remarcado: “La incorporación de este alimento coincide con la aparición de estrategias de subsistencia más diversificadas durante el Gravetiense, periodo en el que se produce la consolidación demográfica de las poblaciones de Homo sapiens en la Península Ibérica”.
Referencia bibliográfica
“Land snails as a diet diversification proxy during the Early Upper Palaeolithic in Europe”, Fernández-López de Pablo, J. et al.PLOS ONE (2014)