Un equipo de investigadores ha detectado que algunas rocas que chocan contra la Tierra son los restos de un cometa extinto hace miles de años. El estudio, que aparecerá publicado en el próximo número de la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, analiza un enjambre de fragmentos procedentes de un cometa que produjeron bolas de fuego que fueron visibles en agosto de 2007 en toda España. Las bolas de fuego fueron registradas por las cámaras de la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos ubicadas en toda la península.
Los investigadores Josep Maria Trigo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, José María Madiedo, de la Universidad de Huelva, Iwan Williams, de la Queen Mary University of London, y Alberto Castro-Tirado, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC), han realizado esta investigación.
Los fragmentos más grandes, que produjeron bolas de fuego, tenían una masa de entre uno y diez kilogramos y alcanzaron la Tierra a una velocidad de 81.000 kilómetros por hora. El más brillante de ellos, casi tan luminoso como la Luna llena, se desintegró a 72 kilómetros de altura de la superficie terrestre sobre Isla Cristina (Huelva), localidad que ha dado nombre al bólido. Las imágenes de estos eventos obtenidas desde las diferentes estaciones de detección han permitido determinar con precisión sus trayectorias en la atmósfera y sus órbitas, que demuestran su origen en el Sistema Solar.
“Lo más sorprendente es que las órbitas de estos fragmentos están claramente asociadas a un conjunto de asteroides próximos a la Tierra que, en realidad, son los fragmentos de un cometa extinto. Esto resulta fascinante porque generalmente se piensa que los cometas se desintegran por completo dejando sólo pequeñas partículas formando enjambres”, señala Trigo.
Origen de las bolas de fuego
Existen tres asteroides, catalogados como 2008ED69, 2004LA12 y 2001MG1, cuyas órbitas no son sólo similares en la actualidad, sino que su evolución bajo las perturbaciones gravitatorias de los planetas señala “una clara asociación con estos fragmentos”
Según los resultados del estudio, hay una conexión química entre los asteroides y los fragmentos. Los investigadores obtuvieron el espectro de emisión de uno de los bólidos; el que se registró sobre la localidad onubense de Lucena del Puerto, con una luminosidad próxima a la de la Luna. Su composición química resultó ser similar a los meteoritos llamados condritas, que incluyen a los objetos más primitivos del Sistema Solar. Además, las rocas tenían muy baja consistencia, por lo que se fragmentaron al atravesar la atmósfera de la Tierra.
Los investigadores señalan que el origen de este complejo de cuerpos que se encuentra actualmente en órbitas próximas a la Tierra fue la fragmentación de un cometa. Asimismo, añaden que la evolución de las órbitas de los fragmentos y del asteroide 2008ED69 permiten determinar que el enjambre se formó en uno de estos tres periodos: 3.900 a.C., 1.800 a.C., o 300 d.C.
“Esta es una de las fascinantes aplicaciones de los estudios de grandes bolas de fuego, ya que, incluso cuando no sobreviven meteoritos, éstas permiten determinar el origen, la naturaleza y la evolución de algunos de los objetos que están cruzando hoy en día la órbita de la Tierra. Esto es particularmente importante para aquellos asteroides que podrían suponer un peligro futuro para la humanidad y de los que resulta crucial definir sus propiedades físico-químicas para evaluar a qué peligro nos enfrentaríamos en el caso de un impacto”, concluyen los investigadores.