El borrador pronostica un buen resultado en Cancún

A primera vista, el texto parece optimista y cumple con varias de las expectativas debatidas desde hace meses por los países. Sin embargo, no es más que un borrador. A lo largo de la noche –que se anuncia “muy larga”- sabremos si sale adelante o no. Por ahora, queda la parte más difícil: que cada país analice punto por punto las propuestas, y mueva ficha.

El borrador pronostica un buen resultado en Cancún
Jóvenes manifestándose a las puertas del Moon Palace por el mantenimiento del aumento de las temperaturas por debajo de 1,5ºC. Foto: SINC.

Después de varias horas de retraso, los delegados de los 194 países han recibido entre aplausos el texto –presentado por la presidenta de la COP 16, Patricia Espinosa- que podría decidir el futuro del clima después de Kioto a finales de 2012. El borrador se ha presentado en dos partes, una referida al Protocolo de Kioto y la otra al convenio a largo plazo de la convención (LCA, por sus siglas en inglés).

“Hay un texto encima de la mesa para dialogar”, y “abre una nueva etapa y un nuevo momento en la cumbre”, ha señalado Rosa Aguilar, ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM), antes del comienzo de la sesión plenaria informal. La valoración del texto es “positiva”, y responde “en gran medida” a lo que se venía planteando.

Sin embargo, “nadie se va a ver reconocido al 100% en este texto, pero nadie va a estar al 100% ausente”, ha afirmado Aguilar quien ha añadido que este texto servirá para alcanzar un “buen acuerdo” en Cancún, que no sería jurídicamente vinculante hasta más adelante.

Para los ecologistas, el borrador se acerca cada vez más a las exigencias de los científicos. “Si finalmente se aprueba, habremos avanzado mucho más de lo que pensamos antes de venir a Cancún”, han informado desde Greenpeace Internacional, que espera que los países lo adopten.

En cuanto al texto de LCA, los ecologistas reconocen imperfecciones, aunque en general, aporta algunos de los pasos esenciales hacia lo que se necesita. En el caso de REDD, el texto reconoce que las acciones a tomar se hagan “en concordancia” con la salvaguardia de los pueblos indígenas y la biodiversidad. Además, los bosques no se incluirían en los mercados de carbono, una decisión que satisface a las ONG.

Con el respaldo de Naciones Unidas

Con la aprobación del texto que se está debatiendo ahora, los compromisos de Copenhague quedarán anclados en Naciones Unidas, algo que la UE pedía desde la Cumbre del Clima del año pasado. Al quedar anclados en la ONU, los compromisos de los 140 países que firmaron el Acuerdo de Copenhague se reconocen para formar parte del texto, y por tanto, de la negociación.

“La ONU y la comunidad internacional vigilarán así el cumplimiento de todos estos compromisos. Se establecería un sistema para controlarlo”, ha asegurado Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático.

La primera decisión del Protocolo de Kioto es que los países que lo ratificaron, sin prejuzgar que los demás ratifiquen o no un segundo periodo de compromiso, se comprometan a las cifras de reducción que en él aparecen. En el de LCA, los países se comprometen también a lareducción de emisiones propuestas en Copenhague. Los textos remiten a un mismo documento donde estarán recogidas en una tabla todas las reducciones.

El documento propone justamente vincular el Protocolo de Kioto al LCA para así presentar un paquete completo. Se recoge además que el establecimiento de un segundo periodo de compromiso del Protocolo se resuelva “lo antes posible” para evitar la ausencia de un acuerdo en vigor entre el final del Protocolo del Kioto y el comienzo del nuevo.

La mitigación, a medias

Entre las buenas noticias, aún provisionales a expensas de su aprobación hoy, el borrador reconoce por primera vez las cifras del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), es decir el rango de reducción de emisiones de CO2 del 25 al 40% respecto a los niveles de 1990 para el año 2020 para los países industrializados.

Para las organizaciones ecologistas, el borrador supone “lo que siempre hemos pedido”. Estas reducciones de CO2 (dentro del Protocolo de Kioto, que por tanto no incluyen a China y EE UU) permitirán mantener el aumento de las temperaturas a 2ºC. Pero EE UU tendrá que incrementar sus compromisos; su reducción de emisiones no representa más que el 3-4% para 2020 respecto a los niveles de 1990 (17% respecto a los niveles 2005).

El rango actual de reducciones de emisiones para los países industrializados es del 7 al 14%, lo que llevaría a un aumento de temperaturas de casi 4ºC para 2020. El documento recoge lo que ya recogía Copenhague: analizar en 2015 la necesidad de endurecer el compromiso de mantener el aumento de temperatura a 1,5ºC, según pronosticaría el V informe del IPCC que se publicará en 2014.

El nuevo texto confirma el establecimiento del Fondo Verde con la aportación de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020, reafirma los mercados de carbono del Protocolo de Kioto, incorpora la transición justa con un Comité de Adaptación al cambio climático, e introduce la cuestión de REDD+, así como las tecnologías e instrumentos de capacitación; sin olvidar los conceptos de equidad de género.

Sin embargo, Bolivia ha sido el primer país en mostrar su desacuerdo en varios de los aspectos recogidos en el texto. Según Pablo Solón, embajador de Bolivia ante la ONU, la preocupación reside en que el texto es como el Acuerdo de Copenhague, “pero más elaborado”. El país sudamericano critica muchos de los puntos que sólo reconocen a una parte de los países, y no a todos. Aunque “no nos vamos a retirar, porque somos parte de la ONU”, ha aclarado Solón, Bolivia se queda sola, por ahora.

Fuente: SINC
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