Un nuevo estudio revela que las grandes desapariciones de la megafauna hace entre 60.000 y 12.000 años se produjeron en los períodos de calentamiento del clima y no durante las grandes oleadas de frío, como se creía hasta ahora. Gracias a los análisis cruzado de ADN de restos fósiles con una nueva escala de temperaturas de la época, los científicos recalcan la importancia de los cambios meteorológicos, frente a la actividad humana, que influyó, pero en menor medida.
¿Por qué se extinguió la megafauna? Para tratar de responder a esta cuestión, los científicos llevan años debatiendo sobre diversas hipótesis, entre las que destacan la caza por parte de los humanos, las alteraciones del paisaje y los cambios del clima.
Hace 10 años, un equipo de investigación australiano y estadounidense detectó en viejos análisis de ADN un patrón que reflejaba la rápida desaparición de un gran número de animales. Al principio, los expertos pensaron que podía estar provocado por las fuertes olas de frío de la época. Sin embargo, el nuevo estudio, publicado ahora en Science, apunta a una serie de aumentos de las temperaturas como principales responsables.
Para analizar las causas que condujeron a la extinción masiva de la megafauna al final del Pleistoceno (hace entre 60.000 y 12.000 años) –en la que desaparecieron especies como los mamuts o los dodos–, utilizaron muestras de ADN, datación por radiocarbono y otros registros geológicos.
Los resultados revelan que los momentos en los que se produjeron las principales extinciones no coinciden con las grandes glaciaciones de la época. Pero sí se corresponden con los cortos períodos de rápido calentamiento, conocidos como interestadios.
“Este calentamiento brusco tuvo un fuerte impacto en el clima y causó importantes cambios en la pluviosidad y el tipo de vegetación a nivel global”, asegura Alan Cooper, biólogo de la Universidad de Adelaida (Australia) que ha liderado el trabajo.
Esta hipótesis se confirmó con nuevos análisis de ADN que permitieron datar restos fósiles que se remontaban a hace más de 50.000 años y recogidos en diversas colecciones de museos. Los investigadores cruzaron estos datos con una nueva escala más precisa de temperaturas de la época, elaborada a partir del análisis de núcleos de hielo en Groenlandia y restos sedimentarios de la fosa de Cariaco en Venezuela .
Restos de un mamut en Yukon, Canadá / Kieren Mitchell
El remate final fue humano
Aunque destaca la importancia de estos cambios meteorológicos, el estudio recuerda que la presencia de los humanos también influyó en la gran extinción.
“El calentamiento brusco del clima provocó grandes cambios en el medio ambiente que a su vez desencadenaron las extinciones, pero el auge de los humanos dio el golpe de gracia a unas poblaciones que ya estaban en situación muy delicada”, destaca Cooper.
Según señalan los investigadores, las poblaciones humanas podrían haber contribuido a la extinción no por la caza sino al interrumpir las rutas que conectaban las poblaciones de la megafauna y que proporcionaban resistencia frente al cambio climático. Pero se desconoce con exactitud la sucesión de acontecimientos que llevaron a la desaparición de estas especies de más de 45 kilos.
“Realmente nosotros solo hemos descubierto el patrón, pero la siguiente fase será determinar cómo y por qué estos calentamientos fueron tan destructivos”, concluye el experto.
Referencia bibliográfica:
Cooper, A. et al. “Abrupt warming events drove Late Pleistocene Holarctic megafaunal turnover”. Science 23 Julio. Doi: 10.1126/science.aac4315