La última subida de los impuestos indirectos que gravan al tabaco y al alcohol se realizó el pasado junio. La marca más popular de tabaco pasó de costar 3,10 a 3,30 euros por cajetilla. ¿Son estos impuestos una forma de disuasión o una manera de compensar al resto de la sociedad por el perjuicio que generan quienes fuman? Un estudio de la Universidad Politécnica de Cartagena ha revisado las cuestiones más relevantes de la economía del tabaco.
La investigación elaborada por Ángel López y Arántzazu Viudes revisa los principales argumentos económicos para el análisis de las políticas de control del tabaquismo, y describe los fallos de mercado desde diversos paradigmas.
Según declara López a SINC, “no contrastamos una hipótesis concreta, sino que hemos hecho una revisión de los estudios sobre el consumo de tabaco desde el punto de vista económico, tanto la visión tradicional como los avances recientes”.
De esta revisión se desprende, por ejemplo, que fumar es una elección personal que puede generar pérdidas netas de bienestar para el resto de los miembros de la sociedad y para la familia de la persona fumadora, pero sobre todo para ella misma. “Sobre esta base existe una justificación económica para intervenciones correctoras por parte del Estado”, explican los investigadores.
El artículo, que se ha publicado recientemente en la Revista Española de Salud Pública, también discute dos de las medidas de prevención más relevantes hoy: la prohibición de fumar en los locales de hostelería y los impuestos sobre las labores del tabaco.
Los economistas avanzan lo siguiente: “Las medidas dependen de los mecanismos que generan pérdidas de bienestar. Los impuestos se han justificado tradicionalmente como correcciones por los costes impuestos al resto de la sociedad, ya sea por un supuesto desequilibrio entre impuestos y pagos desde el sector público, o por daño derivado del humo ambiental”.
Las ventajas de aumentar los impuestos
La pregunta sería entonces, ¿son suficientes los impuestos para los gastos que genera el tabaco? Para Ángel López, “si se tienen en cuenta todos los gastos relevantes, la evidencia disponible indica que no”.
En su trabajo, y según las evidencias cotejadas, las externalidades financieras son compensadas parcialmente por el nivel impositivo aplicado en muchos países industrializados. Sin embargo, la justificación más sólida para el aumento de los impuestos radica “en la existencia de fallos en la soberanía del consumidor, tanto al empezar a fumar como al intentar dejarlo y mantener tal decisión. Dichos fallos generan demanda de mecanismos de autocontrol, y el alto precio es uno de los mecanismos más efectivos”, explica el economista.
No se puede decir en ningún caso que una sociedad con fumadores sea per se económicamente ineficaz. Según López, depende de si los fumadores son plenamente conscientes del daño que se causan a sí mismos y fuman porque lo desean (no porque no se pueden desenganchar), y si compensan al resto de la sociedad por los costes externos que generan. “Que se cumplan estas premisas es bastante difícil”, aseveran los investigadores.
Los impuestos sobre el tabaco, dice el estudio, también se justifican por la existencia de externalidades derivadas del uso social del tabaco y por la posible inadecuación de considerar como costes privados los costes impuestos por el humo ambiental al resto de familiares. La restricción del consumo en lugares públicos cerrados es otro potente mecanismo de autocontrol y supone “una segunda solución al problema de las externalidades derivada del humo ambiental”.
Para Ángel López, “tanto los impuestos como las restricciones al consumo son medidas que imponen pérdidas de bienestar para las personas que fuman con plena soberanía, es decir aquéllas que valoran el placer de fumar en mayor medida que el coste presente y futuro del hábito. No obstante, ante las estimaciones de costes privados y la evidencia de que la mayoría de fumadores desea dejar de hacerlo, la hipótesis de que impuestos y restricciones al consumo aumentan el bienestar social neto cobra plausibilidad. En cualquier caso, los investigadores argumentan que “son deseables las medidas de prevención y control que aumenten las opciones de los individuos sin interferir en las decisiones de aquellos que con plena soberanía desean fumar”.
Las políticas que en el estudio se consideran inspiradas en los principios de paternalismo liberal “pueden rendir resultados positivos en el futuro, aunque todavía queda mucho por hacer en lo que respecta a su potencial implementación y evaluación”, concluyen los expertos.
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Referencia bibliográfica: Ángel López Nicolás; Arántzazu Viudes de Velasco. “El control del tabaquismo desde la perspectiva de la economía”. Revista Española de Salud Pública. Número 83(1), páginas 9-23. Enero-febrero de 2009.
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