Un equipo de la Universidad Autónoma de Madrid analiza las causas y consecuencias del burnout en personas que elaboran su tesis en España. El 80 % de los participantes en el estudio presenta niveles altos de agotamiento emocional.
El agotamiento emocional, la despersonalización o la insatisfacción personal son algunos de los síntomas del burnout, un “síndrome originado a partir del estrés crónico que no se gestiona con éxito”, según la reciente definición de la OMS. Y aunque habitualmente este concepto aparece vinculado a profesiones como la enfermería o la docencia, cada vez se relaciona más con los estudiantes de doctorado.
Los daños que este síndrome del trabajador quemado produce en salud mental de los alumnos se han documentado en varios estudios de ámbito internacional. Sin embargo, nunca se habían analizado sobre los estudiantes que elaboran su tesis en España.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid ha publicado en la revista The Spanish Journal of Psychology el primer estudio centrado en analizar los efectos del burnout entre doctorandos españoles. Sus resultados pueden servir para prevenir el agotamiento en los futuros académicos.
“Nuestro trabajo es pionero por el simple hecho de trabajar con esta muestra [estudiantes de doctorado en España]”, explica Miguel Ángel Sorrel, coautor del estudio y profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid.
Algunos estudios de otros países arrojan datos como que los estudiantes de doctorando son seis veces más propensos a experimentar depresión en comparación con la población en general (un 39 % frente a un 6 %), o que un tercio de los estudiantes corre el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad. “Al comparar nuestros resultados con los datos reportados en otros sectores, los datos apuntan a que la tasa de prevalencia es mayor”, adelanta el docente.
“El análisis reveló altos niveles de agotamiento emocional, de despersonalización, y bajos niveles de cumplimiento personal”, se describe en el estudio.
En concreto, el equipo ha registrado que el 80,3 % de su muestra, compuesta por 243 participantes, presentaba altos niveles de prevalencia de agotamiento emocional; que el 58 % ha experimentado síntomas de despersonalización, y que el 58,9 % se siente insatisfecho en el apartado personal.
Asimismo, el 35,8 % de los doctorandos encuestados ha confesado haber tenido problemas de ansiedad o depresión y el 19,75 % ha afirmado que ha acudido a profesionales de la salud para tratar este tipo de trastornos.
“Sin ciencia no hay futuro. Pero la ciencia requiere que haya científicos capaces de hacer ciencia. Y estos científicos requieren una formación de carácter doctoral”, declara Sorrel.
“Al ser la carrera académica muy complicada —continúa—, es necesario prevenir cualquier tipo de problema de salud laboral que, en este caso, vemos que puede estar propiciado por el propio contexto donde se desarrolla esta profesión. Esto es especialmente relevante en España, puesto que las universidades van a afrontar una renovación masiva de sus plantillas al jubilarse muchos catedráticos”, considera el psicometrista.
Los motivos que provocan el burnout entre los estudiantes españoles son, como cabía esperar, similares a los del resto de estudiantes de otros países. La alta carga de trabajo, con largas jornadas comprendidas en periodos de varios años, es uno de los factores que más inciden en el estrés de los alumnos, según este estudio.
Además, los científicos han constatado que el hecho de no disponer de un contrato laboral también incide en la salud. De los 243 estudios de doctorado utilizados en el análisis, el 39,1 % no tenía un precontrato doctoral. Estos alumnos, con menores ingresos, mostraron un mayor grado de inseguridad laboral y niveles bajos de logro personal.
Otro hecho que hace mella en los doctorandos es la perspectiva de estabilidad futura. Según los datos oficiales, la edad media del personal docente universitario crece año tras año, pasando de los 45,08 años en 2015-16 a los 45,74 años en 2018-19 (sin tener en cuenta el profesorado emérito). “La edad media en el primer puesto de trabajo estable, ya sea de profesor, ayudante o doctor, no ha parado de aumentar. Esto es indicativo de que la gente tarda en estabilizarse, lo que puede entenderse como una fuente adicional de estrés”, considera Sorrel.
En cuanto al porcentaje de jóvenes —menor de 35 años— contratados como ayudante doctor, ha pasado de ser del 29,72 % en 2015-16 al 24,04 % en el último curso disponible. “La contratación de jóvenes en las universidades españolas está disminuyendo”, extraen de estos datos los investigadores.
Elementos sociodemográficos, como hacer el doctorado en la ciudad natal o contar con el respaldo anímico y económico familiar, también han demostrado contribuir positivamente a la salud mental de los estudiantes. Sin embargo, no se han podido analizar diferencias por género o por regiones, debido a la baja representatividad de la muestra.
Por último, los investigadores han concluido que rasgos psicológicos, como la resiliencia o la inteligencia emocional juegan un papel clave a la hora de soportar el estrés. “Tal vez puedan implementarse talleres a nivel institucional en cada universidad para tratar estos dos rasgos psicológicos, y hacer seguimientos más estrechos de la relación director-doctorando”, expone Sorrel como una posible solución de cara a futuro.
Para obtener estos resultados, los investigadores realizaron una encuesta tanto a estudiantes de doctorado como a alumnos que presentasen su tesis después de 2015. De los 305 encuestados, se descartaron varias encuestas por no estar contestadas correctamente y quedaron como muestra final 243.
Sobre la muestra seleccionada para la elaboración del informe, los propios autores advierten que fue autoseleccionada. Es decir, que los propios participantes deciden voluntariamente participar. “Esto podría sesgar en cierta medida los porcentajes reportados”, anuncia el investigador. Según datos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, en el curso 2019-2020 se matricularon 89.353 alumnos de doctorando.
Las preguntas, puntuables del 0 al 5, tenían como objetivo evaluar la salud mental de los estudiantes en relación con su tesis doctoral.
“Las puntuaciones de burnout en los estudiantes españoles de doctorado se han relacionado tanto con variables individuales, como son las habilidades emocionales, la resiliencia o el estatus laboral, como con variables contextuales, como son el asesoramiento académico o el apoyo social”, detalla el estudio. “Probablemente, el alto grado de insatisfacción que se analizó en el estudio podría estar relacionado con la sobrecarga de la rutina diaria de los académicos”, se indica.
Algunas variables, como “Me siento cansado/a al final de la jornada de trabajo” (3,93) o “Me siento emocionalmente agotado por mi tesis” (3,52) se vinculaban con el agotamiento emocional; otras, como “Me he vuelto más insensible con la gente desde que soy doctorando” (2,17) o “Realmente no me preocupa lo que ocurre a algunos de mis compañeros” (2,04) se relacionaban con el grado de despersonalización, y otras, como “Trato muy eficazmente los problemas personales” (2,18), puntuaban el logro personal.
También se introdujeron en la encuesta preguntas sobre la relación con el director o directora de tesis, al considerarlo como uno de los factores que más podían incidir en la salud mental de los estudiantes.
“Tenemos intención de continuar con esto [estudios sobre el burnout en estudiantes de doctorado en España]. Lo ideal serial hacer un estudio longitudinal, midiendo a las mismas personas a través de los años de tesis. Haremos algún planteamiento durante este año”, avanza el coautor del informe.
Miguel A. S. et al. "It Must have been Burnout: Prevalence and Related Factors among Spanish PhD Students". The Spanish Journal of Psychology (julio,2020).