Un equipo de arqueólogos, paleontólogos y botánicos de Andalucía y Cataluña ha encontrado en la Hoya de Baza, (Granada) evidencias geoquímicas, mineralógicas y estratigráficas que apuntan a la existencia de una fuerte actividad hidrotermal en la zona durante los últimos millones de años. También han hallado vestigios que indican que en el Pleistoceno inferior, hace 1,5 millones de años, hubo allí un lago que mantenía una lámina de agua permanente durante todo el año.
La cuenca de Guadix-Baza, ubicada en el altiplano granadino y rodeada por las cumbres más elevadas de la Cordillera Bética (Sierra Nevada, Sierra de Baza, Sierra de las Estancias, Sierras de la Sagra, de Cazorla y de Segura) no para de dar sorpresas. Investigadores españoles han encontrado ahora evidencias geoquímicas, mineralógicas y estratigráficas, como la presencia de celestina, depósitos de azufre nativo, arcillas magnésicas, estromatolitos y formaciones travertínicas, que apuntan a la existencia de una fuerte actividad hidrotermal en la región durante los últimos millones de años.
El estudio, publicado en Quaternary Science Reviews, una revista especializada en investigaciones del Cuaternario, se ha centrado en la Hoya de Baza, situada la zona norte de la provincia de Granada. Se trata de una depresión en la que se encuentran las localidades arqueopaleontológicas más importantes de la rivera norte del Mediterráneo, sólo comparables a los del legendario Valle del Rift en el África oriental.
En diversos yacimientos de la cuenca, situados en las inmediaciones de la villa de Orce, como Barranco León, Fuente Nueva-3 y Venta Micena, tienen lugar actualmente excavaciones sistemáticas, auspiciadas por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, en un esfuerzo por poner en valor dicho patrimonio.
Fósiles humanos de 1,4 millones de años
Estas excavaciones han permitido recuperar las evidencias fósiles más antiguas de presencia humana en Europa occidental, fechadas en un millón cuatrocientos mil años, documentando con precisión el entorno ecológico y paleoambiental de las comunidades de grandes mamíferos en las que se insertaban estos remotos pobladores, desarrolladas en el entorno de un gran lago salobre.
El trabajo actual, liderado por José Manuel García Aguilar, profesor de la Universidad de Málaga, junto a otros científicos de las áreas de paleontología, estratigrafía y botánica del mismo centro, a los que se suma Bienvenido Martínez-Navarro, investigador ICREA en el Instituto Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social (IPHES), que es a su vez el coordinador de las investigaciones paleontológicas del proyecto de Orce.
Imagen actual de la Hoya de Baza con sedimentos producto de la evaporación del lago. / IPHES
El termalismo está ligado a la evolución del relleno de la cuenca producto de la erosión de las sierras circundantes y condicionada por la existencia de una altísima sismicidad que se manifiesta por la presencia de abundantes fallas activas, quedan hoy en día vestigios en los balnearios de Alicún de las Torres o de Zújar, o los manantiales de aguas menos cálidas de Fuencaliente en Orce y en Huéscar, entre otros.
Fenómenos hidrotermales
Es precisamente el hallazgo de tales anomalías ligadas a fenómenos hidrotermales lo que permite explicar toda una serie de aspectos insólitos de La Hoya de Baza en el Pleistoceno inferior, hace aproximadamente 1,5 millones de años, en el momento en que se formó el yacimiento de Venta Micena, como la existencia de un lago que mantenía una lámina de agua permanente durante todo el año.
Así, las precipitaciones que recibe hoy día la región representan tan solo 350 milímetros al año, por lo que serían claramente insuficientes para recargar este acuífero cuando la cuenca era endorreica. Esto significa que el lago se habría desecado estacionalmente, como ocurre hoy día en la Laguna de Fuente de Piedra, análogo actual a menor escala del lago de Baza.
Megaherbívoros
Además, las bajas temperaturas invernales habrían supuesto que sus aguas se congelasen en superficie, lo que imposibilitaría la existencia de ciertos elementos de la fauna, como el hipopótamo gigante del Pleistoceno, especie bien documentada en los yacimientos paleontológicos de la región. “Ahora bien, este megaherbívoro, cuya masa corporal duplicaba la de la especie actual, tenía una mayor dependencia del medio líquido, al alimentarse de vegetación exclusivamente acuática”, indica Martínez-Navarro.
Según los autores, la clave radica en los valores isotópicos recuperados en el colágeno fósil de la fauna de Venta Micena, pues indican que hace un millón y medio de años las precipitaciones en la hoya de Baza, en torno a unos 800 mililitros, eran bastante superiores a las actuales.
Este mayor aporte hídrico, sumado al de los manantiales de aguas termales, cuyas temperaturas de surgencia se sitúan en torno a 36º C, se traduciría en la estabilidad hidrológica del lago, necesaria para la existencia en su entorno de una fauna de marcado carácter subtropical. Dicho escenario configura lo que se conoce como un hotspot de alta productividad biológica, similar al que se encuentra en la cadena de lagos del África oriental, cuna de la humanidad.
La cuenca de Guadix-Baza es una región semidesértica de insólita belleza, cuyo paisaje rememora los últimos reductos del reino nazarí en Andalucía. Sus comarcas atesoran un singular patrimonio histórico y natural, lo que le otorga una dimensión internacional a esta región agreste.
Referencia bibliográfica
J.M García-Aguilar et al. “Hydrothermal activity and its paleoecological implications in the latest Miocene to Middle Pleistocene lacustrine environments of the Baza Basin (Betic Cordillera, SE Spain)”. Quaternary Science Reviews 96, 204-221 (2014)